Hace unos días, el 2 de abril, fue el 18º aniversario de la muerte de Karol Wojtyła, el primer Papa polaco de la historia de la Iglesia Católica.
Después de estos años, San Juan Pablo II sigue sufriendo después de muerto campañas de difamaciones como las que sufrió cuando estaba vivo. Unas campañas que no conseguirán rebajar a los ojos de Dios los muchos méritos de ese gran hombre, que merece ser llamado el Papa de la Libertad por su decisivo papel en la caída del comunismo (tal vez por eso algunos le odian tanto). Hace unos minutos leí unas bellas palabras de Mateusz Morawiecki, primer ministro de Polonia, sobre San Juan Pablo II, publicadas el pasado domingo. Podéis leer aquí la traducción al español:
"A veces nos enfrentamos a verdades para las que no hay palabras". Han pasado 18 años desde aquella tarde en que partió a la Casa del Padre nuestro querido y amadísimo Juan Pablo II. Esa noche oramos en los templos, en los hogares e incluso en nuestros pensamientos por él. Fue un modelo indiscutible para nosotros, la figura más destacada de nuestra historia nacional, fue apoyo y esperanza en momentos difíciles. Y cuando visitó nuestra Patria, nos dio coraje a los polacos, fortaleció nuestros corazones. Enfocó los ojos del mundo entero, dio alegría, pudo establecer contacto tanto con los grandes de este mundo como con los rechazados por otros a los márgenes de la vida social. "Todos somos hijos de Dios", dijo, y dio ejemplo de ello con su vida. Dejó a la humanidad un testamento para no cerrar la puerta a Dios, porque ese es el único camino que lleva a la salvación, a la verdad y a la felicidad.
Y hoy estamos pasando la prueba de los valores que nos enseñó. Aprobamos el examen de humanidad y los valores que forman parte de ella. Pasamos la prueba de llevar la verdad, que debe oponerse a las falsedades, las calumnias y los insultos.
Este año, el aniversario de la partida de JP II a la Casa de Dios coincide con el tiempo del retiro de Pascua. Este es el momento de empezar algo nuevo, de buscar el contenido de la vida, el sentido del mundo, y de reavivar el deseo de buscar el bien y la verdad.
Así que volvamos al camino que nos unió a los polacos. Él también se unió en esta figura absolutamente única: la figura de nuestro Santo Padre Juan Pablo II.
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Comentarios:
wladimir
estoy totalmente de acuerdo..
«Fue un modelo indiscutible para nosotros»..yo me suscribo a estas palabras…
12:34 | 7/04/23
FINE
Lamentablemente casi siempre apreciamos en todo su valor lo que tenemos -tuvimos- cuando lo perdemos.
23:04 | 7/04/23
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