Olé, Soraya


No me considero para nada machista, es más, siempre me ha despertado preocupación la discriminación que sufre la mujer en muchos aspectos de la vida. Reconozco, no obstante, que los 'tics' del rancio feminismo radical me resultan soporíferos. No entiendo, particularmente, que se diga -por ejemplo- que los colegios de enseñanza diferenciada 'segregan' a los niños por sexos (como hace el PSOE), mientras se presenta como una manifestación de 'progresismo' la cena feminista ofrecida hace poco por la Vicepresidenta De la Vega a la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, a la que sólo fueron invitadas mujeres. ¿No es eso una forma de segregación, acaso?

Así lo ha entendido Soraya Sáenz de Santamaría, diputada del PP por Madrid y una de las dirigentes en pleno ascenso dentro de ese partido. Soraya se negó a ir a la cena porque no estaba dispuesta a convertir la visita de la presidenta chilena en una reivindicación del feminismo añejo, según relata El Semanal Digital. ¡Un aplauso para ella! Desde luego, esta mujer ya me llamó la atención por su claridad y su firmeza el pasado verano, cuando se encargó de hacer de portavoz del PP durante el mes de agosto. Le tocó hacer frente a asuntos como la caída de los helicópteros Cougar en Afganistán y el incendio de Guadalajara, y para mi gusto, es mucho mejor comunicadora que el responsable de ese área en el partido, el señor Elorriaga, que como todos los de la 'tribu' de Gallardón, es tibio hasta el hartazgo.

Volviendo a la cuestión del feminismo, tengo amigas muy de izquierdas, incluso votantes de IU, que están hasta el gorro de ese feminismo rancio y radicalizado. La Vicepresidenta De la Vega y las demás feministas radicales como ella están tratando a las mujeres españolas como si fuesen niñas que no saben valerse por sí solas ni pueden decidir por sí mismas qué clase de personas quieren ser. Las feministas radicales pretenden imponer un patrón ideológico de lo que debe ser la mujer, además, olvidándose de las necesidades reales de muchas mujeres. No es una casualidad que la señora Vicepresidenta no sea madre, sin ir más lejos, y que su Gobierno se olvide de sus compromisos electorales con las madres, entre ellos el de la famosa paga de los 100 euros para todas, trabajen fuera de casa o dentro de ella.

En fin, señora Vicepresidenta: déjese de numeritos feministas que ya están pasados de moda, y empiece a preocuparse de verdad por los problemas de las mujeres.

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