Mirar al futuro... ¿o mirar hacia otro lado?

Este fin de semana, en el congreso del PP de Madrid, el primer partido de la oposición ha mostrado la tremenda brecha ideológica que divide a sus dos mitades: por un lado, los que encuentran el sentido a su compromiso político en la defensa de unos ideales; y por otro, los que entienden la política como un simple medio para llegar al poder. En este segundo grupo hay que enmarcar la consigna lanzada por Mariano Rajoy: "mirar al futuro".

Carmelo Jordá, testigo directo de lo ocurrido, resume el discurso del Presidente del PP afirmando que "la oratoria de Rajoy tampoco ha sido de las que levantan grandes euforias". Carmelo apunta, además, como mi paisano recibió muchos menos aplausos que el responsable regional de las Nuevas Generaciones, Pablo Casado (abajo, una imagen de su intervención), que hizo un discurso valiente y netamente liberal en el que defendió cuestiones que han surgido de la sociedad civil, como el cheque escolar, y no tuvo reparos en denunciar que "el socialismo ha demostrado que no crea riqueza y libertad y nosotros sí lo hacemos".

Memorable también ha sido el discurso de Esperanza Aguirre, afirmando que "el tiempo del relativismo moral ha terminado", en clara alusión al artículo que José María Lasalle -uno de los asesores de Rajoy- publicó hace dos semanas en El País, en el que Lasalle defendía lo que él definía como "relativismo liberal", que no es otra cosa que un relativismo moral al más puro estilo progre.

¿Ha visto alguien a Mariano Rajoy hacer una afirmación de tal calado político e intelectual como la que acabo de citar de Aguirre? Yo no, desde luego. Y es que Rajoy, lejos de ofrecer argumentos, lejos de dar la batalla de las ideas y de ofrecer una alternativa cultural e intelectual al "pensamiento único" de la progresía, ha optado por la ambigüedad y por la retórica hueca.

La actitud de Mariano quizás tuviese éxito si la izquierda adoptase la misma postura. Pero no es así. El PSOE se ha tomado la inercia a la que se ha abandonado Rajoy como una invitación a arrastrar a éste a donde quiere el Gobierno. Cuanto menos resistencia opone la derecha a la prepotencia de la izquierda, más crecida se siente ésta y más tiende a adoptar posiciones cada vez más radicales.

El dichoso "centro" por el que se desvive Rajoy es, en realidad, un punto equidistante entre la derecha liberal-conservadora, por un lado, y el socialismo, por otro. Cuanto más renuncia aquélla a sus principios para acercarse a ese "centro", más tira de él la izquierda hacia sí, en un proceso de radicalización tanto mayor cuantos más complejos y cobardía muestra la oposición de derechas.

Es en esta deformación del escenario político en donde hay que enmarcar los últimas desafíos extremistas del PSOE y de sus terminales mediáticas y judiciales: "suicidio asistido", revisionismo histórico de nuestra Guerra Civil, impunidad total para perpetrar abortos... Y todo ello sin que Rajoy y los suyos hayan opuesto ni un argumento, ni una idea, nada que no sea una queja patética sobre el sentido de la oportunidad de tales propuestas o sobre su demanda social. De lo cual, por cierto, se deduce algo alarmante: ¿se sumaría Rajoy a propuestas que rompen nuestras convivencia o que atentan contra los derechos humanos más elementales si una encuesta apuntase que cuentan con cierto respaldo social?

Al final, esa consigna rajoyista de "mirar al futuro" se traduce, en la práctica, en "mirar hacia otro lado", como si no mereciesen la atención del PP cuestiones tan graves como las citadas, o como si ante ellas se pudiese votar "no" sin transmitir a la sociedad las razones por las que se vota eso, como si le diese vergüenza defender la vida humana, la libertad y la verdad. Menos mal que aún queda gente en el PP que lo tiene más claro que Rajoy.

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Fotos:
1. PP de Madrid. Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy, este fin de semana, en el Congreso regional del partido
2. PP de Madrid. Pablo Casado, responsable regional de las Nuevas Generaciones de Madrid, durante su discurso