Izquierda y corrupción moral

La Vicepresidencia de la Xunta de Galicia se propone enseñar educación sexual a niños desde los tres años. Esto ya es el colmo de las políticas de perversión moral que ha emprendido la izquierda en los últimos años, en un proceso de deconstrucción cultural que ya está alcanzando extremos alarmantes y que en este terreno tiene su precedente en los años finales del felipismo, cuando el PSOE despenalizó el delito de corrupción de menores.

Hubo que esperar tres años, ya con el PP en el Gobierno, a que dicho delito fuese de nuevo incorporado al Código Penal. Lo más llamativo fue la actitud de los partidos de izquierda ante esto, demostrando su total carencia de principios morales incluso en lo que respecta a la protección de los niños frente a cualquier abuso, como el que ahora quiere llevar a cabo la Xunta de Galicia al introducir a niños de 3 años en prácticas sexuales.

En 1998, el PSOE votó contra la nueva reforma que penalizaba -y cito la crónica que ofreció El País- tanto "la venta y difusión de pornografía en la que aparecen niños", como "el turismo sexual con menores" y a "los inductores de la prostitución infantil". Un dato a tener en cuenta para los que todavía piensan que la falta de escrúpulos éticos y morales en el PSOE es cosa reciente.

Izquierda Unida, que votó a favor de la reforma de 1998, sin embargo criticó la nueva tipificación del delito de corrupción de menores, al considerar que el término "pertenece a la terminología o a la fraseología que nace del mundo de la moral", y acusó al PP de querer dar "satisfacción a la Conferencia Episcopal".

Es pasmosa la facilidad de esta izquierda sesentayochista para rechazar toda normal moral, incluso las que llevan a crear leyes de protección a la infancia, bajo la idea de que hablar de moral es cosa de católicos. Y es que las leyes se basan en principios morales, al contrario de lo que intenta vender esta izquierda instalada desde hace años en el positivismo más descarado.

Un principio moral es, sin ir más lejos, el que otorga un valor incuestionable a la vida humana y exige su protección legal. La proclamación de los derechos humanos para todos también es un pronunciamiento moral en defensa de la dignidad, la integridad y la libertad de la persona. Si tras la Segunda Guerra Mundial se hubiese impuesto el discurso contracultural que viene esgrimiendo la izquierda desde la caída del Muro de Berlín, la Declaración Universal de los Derechos Humanos no se habría publicado.

Y es que medidas como ésta que pretende poner en marcha la Xunta -que tiene un peligroso parecido con el delito de corrupción de menores que tipifica el Artículo 189.4 del Código Penal- se enmarcan dentro de la actitud adolescente e irresponsable de una izquierda que sigue embobada con los tópicos de las revueltas del París de 1968. Unos tópicos que se traducen en un desprecio por los fundamentos de la civilización occidental, la única en donde la democracia ha conseguido echar raíces, florecer y pervivir a pesar de las múltiples amenazas totalitarias que se han sucedido.

Esta izquierda tienen un propósito evidente: instalarnos a todos en un relativismo radical que destruya toda base ética o moral en nuestra sociedad, permitiendo así que el poder tenga el camino libre para perpetrar cualquier abuso en nombre de la ley sin que nadie proteste. Y es que del relativismo -todo es relativo, nada es verdad- al positivismo -lo bueno es lo legal- sólo hay un paso, y de ahí al totalitarismo sólo queda un paso más. Es ahí donde hay que encontrar la última razón de cosas como el acoso a la oposición y a los medios críticos, la progresiva vulneración de la independencia judicial y otras acciones que tienen como fin acabar con la limitaciones del poder propias de una democracia liberal.

De hecho, los jerarcas nazis juzgados en Nüremberg tras la Segunda Guerra Mundial echaron mano de las tesis positivistas para justificar sus crímenes: ellos se habían limitado a cumplir las leyes, dando por hecho que la moral y la ley no han de tener relación alguna. ¿Será eso lo que aleguen en su defensa quienes nos gobiernan ahora cuando miserables actuaciones como ésta de la Xunta den lugar a las terribles consecuencias que siempre tiene educar a una generación en el desprecio por los valores morales?

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