La libertad es dictadura, la opresión no lo es

"En sus declaraciones y en la de los medios de comunicación, la descalificación y el insulto a las autoridades de Cuba, a su Presidente, a sus cargos electos y a los 11 millones de cubanos es la tónica general queriendo presentar a Cuba como una dictadura." (Manifiesto en apoyo al castrismo el 22-1-2009, apoyado por Izquierda Unida). IU dice que el Gobierno acepta la "dictadura de los mercados" al intentar privatizar las cajas de ahorro (noticia de ayer sobre unas declaraciones de Cayo Lara). O dicho de otra forma, que para IU avanzar hacia una mayor libertad económica es una "dictadura", pero no lo es someter a todo un pueblo a un Estado opresor que encarcela a quienes se atreven a pedir democracia para Cuba. Orwell debió inspirarse en tipos como Cayo Lara cuando formuló su concepto de "Neolengua"...

No te pierdas las novedades y contenidos que te interesan. Recibe gratis el boletín diario en tu correo electrónico:

Comentarios:

  1. Gente como Cayo Lara, al decir estas cosas, también es responsable de las muertes de Orlando Zapata o de los sufrimientos de Fariñas, Payá o Biscet.

  2. Las palabras del portavoz de IU se descalifican por si mismas. Pero el desprecio que cualquier demócrata y cualquier persona de bien debe sentir (y manifestar) hacia la cruel dictadura cubana no debe llevarnos a la exaltación ingenua de un liberalismo economicista radical que eleve «las reglas del mercado» a la categoría de dogmas intocables.

    No es bueno caer en una visión maniquea de la política (capitalistas-comunistas/ izquierda-derecha/ buenos-malos, etc…)

    Las palabras de Juan Pablo II en su encíclica Centesimus Annus (1991) pueden servir para una serena reflexión al respecto:

    «Se puede hablar justamente de lucha contra un sistema económico entendido como método que asegura el predominio absoluto del capital, la posesión de los medios de producción y la tierra, respecto a la libre subjetividad del trabajo del hombre. En la lucha contra este sistema no se pone, como modelo alternativo, el sistema socialista, que de hecho es un capitalismo de Estado, sino una sociedad basada en el trabajo libre, en la empresa y en la participación. Esta sociedad tampoco se opone al mercado, sino que exige que éste sea controlado oportunamente por las fuerzas sociales y por el Estado, de manera que se garantice la satisfacción de las exigencias fundamentales de toda la sociedad». JPII, Centesimus Annus.

  3. Marcos, en la misma encíclica de Juan Pablo II que citas se puede encontrar este otro párrafo:

    «Si por ‘capitalismo’ se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, el mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, la respuesta es ciertamente positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de ‘economía de empresa’, ‘economía de mercado’, o simplemente ‘economía libre'».

    Eso es precisamente lo que muchos entendemos por liberalismo. Y es que un liberal no pretende que el capital sea el dueño absoluto de todo, por la sencilla razón de que en una sociedad liberal lo que prima es la libertad individual frente a cualquier abuso estatal pero también frente a cualquier atropello de los propios individuos o de las empresas. Por ponerte un ejemplo, yo no defiendo que un empresario maltrate a sus trabajadores para obtener más beneficios, porque por encima de los objetivos empresariales está la dignidad humana.

    Creo que la mejor forma de entender esto es recordar lo que Benedicto XVI envió al senador y filósofo italiano Marcello Pera a finales de 2008: «en la esencia del liberalismo se encuentra el enraizamiento en la imagen cristiana de Dios: su relación con Dios, de quien el hombre es imagen y de quien hemos recibido el don de la libertad. Con una lógica irreprochable, usted muestra cómo el liberalismo pierde su base y se destruye a sí mismo si abandona este fundamento.» O dicho de otra forma: que el liberalismo, si olvidase la dignidad humana -de la que se derivan nuestras libertades y derechos fundamentales-, perdería su razón de ser.

  4. Elentir, conozco la encíclica. En mi comentario hablo textualmente de «liberalismo economicista redical», no de un liberalismo compatible con la introducción de las medidas correctoras por parte del Estado en orden a garantizar la conservación y promoción de la dignidad humana. Pienso que en este barco es en el que estamos la mayoría de ciudadanos, pero también es cierto que abundan en nuestra sociedad los liberal-capitalistas extremos.

    Conozco el prólogo que el actual Papa dedicó al libro de Marcello Pera. Pero también conozco las declaraciones de Benedicto XVI el pasado 30 de abril de 2010 ante el pleno de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales:

    «El colapso financiero en todo el mundo ha demostrado, como sabemos, la fragilidad del sistema económico actual y de las instituciones relacionadas con él. También ha demostrado el error de la hipótesis de que el mercado es capaz de autorregularse independientemente de la intervención pública y del apoyo de las normas morales»

    Pues eso, que la Iglesia sigue siendo sabia y nos previene de caer en extremismos políticos de uno u otro signo.

    Un saludo.

  5. Conozco esas declaraciones del Papa, y a decir verdad me extrañaron mucho, teniendo en cuenta que la crisis actual se explica, precisamente, por la intervención estatal, en especial de la Reserva Federal de EEUU y de los bancos centrales europeos, entregados a una política monetaria que tiene muy poco de liberal. Tan poco de liberal como el excesivo gasto estatal y el déficit público que se han venido dando tanto en EEUU como en la Unión Europea estos últimos años, y que ahora se están tragando la mayor parte de las propias ayudas de los Estados a la banca para favorecer el crédito. De hecho, la economía en peor estado de la UE es precisamente la griega: una de las más intervenidas y estatalizadas.

    Me sorprende que Benedicto XVI explique esto hablando de la incapacidad del mercado para autorregularse, sobre todo si hablamos de algo sometido a tantas regulaciones como es el mercado financiero. Por cierto, que esta crisis en el caso norteamericano ha tenido su más claro ejemplo en la descontrolada concesión de créditos -fruto de esa política monetaria a la que me refería antes- por parte de dos entidades, Fannie Mae y Freddie Mac, que son dos GSEs, es decir, empresas garantizadas y patrocinadas por el gobierno federal. Las dos fueron creadas en 1938 dentro de la política antiliberal del New Deal de Roosevelt. En España, las entidades con mayores riesgos de quiebra son precisamente las Cajas de Ahorros, fuertemente intervenidas y controladas -y mangoneadas- por la clase política, y en cuya mano ha estado buena parte de la llamada burbuja inmoviliaria.

    Sinceramente, no sé si el Papa conoce estos datos. Como católico, desde luego, asumo y respeto la autoridad del Papa, pero eso no significa que todas sus declaraciones sean infalibles. En este caso, desde luego, creo que Benedicto XVI debería haber profundizado un poco más.

  6. Elentir, las declaraciones del Papa no deben causar extrañeza alguna, ya que guardan una profunda coherencia con lo expuesto tradicionalmente en la Doctrina Social de la Iglesia.

    En este sentido, Benedicto XVI no hace otra cosa que aplicar esa Doctrina con gran valentía e inteligencia al contexto actual, en el que los fallos de nuestro sistema económico se han hecho más patentes que en otras épocas. Seguir afirmando que la explicación de la crisis actual es producto de una falta de mayor libertad en lo económico es una justificación que ya sólo es entendida como argumento para consumo propio de liberales.

    Y es que la Iglesia no está en contra del liberalismo, pero sí de un liberalismo totalitario que ponga a la libertad como fin en si misma, y no como medio al servicio de la promoción de la dignidad humana: último y único fin de toda la actividad económica. La Iglesia no está en contra de un liberalismo que promueva un libre mercado, pero sí de un liberalismo que niegue a los Estados su legítima capacidad de intervención para la corrección de los defectos de ese mercado, en orden al aseguramiento de la dignidad humana de sus ciudadanos.

    No me gustan las posturas de «catolicismo a la carta», pero entiendo que éste puede llegar a darse cuando uno pone su afiliación ideológica por delante de su afiliación cristiana. En este sentido Benedicto XVI, en su encíclica Cáritas in Veritate, hace un llamamiento a la honradez intelectual de los católicos, instándonos a «liberarse de las ideologías, que con frecuencia simplifican de manera artificiosa la realidad, y a examinar con objetividad la dimensión humana de los problemas». CIV 22.

    Un afectuoso saludo.

  7. Marcos, puestos a hablar de honradez intelectual, lo que no me parece nada honrado intelectualmente hablando es despachar un debate económico con una cita papal que ya he comentado con un análisis económico que tú ni siquiera te molestas en contestar.

    Dicho sea de paso, precisamente no he hecho otra cosa que seguir esa instrucción de la «Caritas in Veritate» que anima a no simplificar de manera artificiosa la realidad. Atribuir esta crisis a un problema de autorregulación del mercado me parece un error y ya he explicado por qué. Allá tú si prefieres rehuir toda explicación económica para despachar el debate con unas declaraciones del Papa, como si el Papa fuese infalible siempre que habla, y no sólo cuando hace una declaración ex cathedra, que no era el caso. ¿O es que ahora para ser un buen católico tengo que defender como un dogma de fe que la causa de la crisis es la autorregulación de los mercados? Pues lo siento, pero ni la Iglesia me pide tal cosa ni tengo la menor intención de asumir como un dogma semejante análisis económico más bien simple, porque en términos económicos ya he apuntado y demostrado que no me parece una explicación acertada.

  8. No es necesario que te enfades, Elentir. Ni lo pretendía ni creo que sea necesario. Simplemente, estamos conversando -si lo deseas-. Pienso que no debería molestarte que mencione la opinión del Papa. La Encíclica Caritas in Veritate anima a adoptar una visión más humana y menos ideológica de los problemas sociales. Pienso que no es tan complicado de entender, aunque es una actitud poco usual en la vida política actual, basada en una dicotomía hipócrita de buenos y malos, rosas y gaviotas, derechas e izquierdas… de la que muchos ciudadanos nos sentimos ajenos.

    Cierto que esta última declaración del Papa no tiene el carácter de opinión ex-cathedra, pero reconocerás que, aunque el Papa no sea un especialista en economía o en política (yo tampoco lo soy, aunque ya veo que tú sí y lo respeto) el Papa sí es una autoridad moral cuya voz debería ser cuando menos escuchada. Y como tal, creo que tengo derecho -y, como católico, deber- de citarle en un blog. A veces nos olvidamos de que la economía no es un ámbito ajeno a la moral (o a la ética, si quieres). En este sentido, creo que la «autoridad moral» del Santo Padre tiene mucho que decir en el contexto actual.

    Te sobran encíclicas (estas sí, «ex-cathedra») de éste y de anteriores papas para observar que la fe ciega en la autoperfección del mercado es una teoría no aceptada por la Iglesia. Te animo a que las leas o releas con serenidad.

    Los católicos tenemos la suerte de contar con un gran compendio de sentido común y de humanidad que se llama Doctrina Social de la Iglesia, que, sin ofrecer soluciones concretas, orienta con criterios basados en el Evangelio. No necesitamos agarrarnos, como si de dogmas se tratasen, a los corolarios que nos presentan las diversas ideologías políticas. Y es que es bueno no olvidar que, en materia política, no hay fórmulas mágicas para todo, para todos y para siempre.

  9. Por supuesto que tienes derecho a citar al Papa en este blog, yo también lo hago. Lo que me parece mal es utilizarlo para cuestionar la honradez intelectual de quien no coincide con tu opinión, y menos aún cuando me he tomado la molestia de exponer mis razones con todo detalle.

    Por lo demás, tan erróneo es echar mano a dogmas ideológicos para despachar un problema tan complejo como esta crisis, como echar mano a una declaración papal en mi opinión desacertada y en la que Benedicto XVI no profundiza para nada en las causas de la crisis. Cuando yo hablo de economía hablo de hechos y de datos económicos. No se me puede pedir que olvidar los hechos y los datos económicos porque el Papa ya ha ofrecido una solución simplificada a la cuestión, solución que se parece más a las fórmulas mágicas de las que hablas que a un serio análisis económico.

  10. Estás en tu perfecto derecho de pensar que las palabras de Benedicto XVI son desacertadas, como yo de pensar que son acertadas cuando habla «del error de la hipótesis de que el mercado es capaz de autorregularse independientemente de la intervención pública y del apoyo de las normas morales»

    Una cuestión que, aunque haya sido emitida de un modo personal, es Doctrina consolidada de la Iglesia Católica, porque Benedicto lo único que ha hecho es repetir lo que la Iglesia ya ha dicho ex-cathedra en numerosas ocasiones. Si esta declaración te molesta, tienes un serio problema como católico, porque te encuentras en discordancia con las tesis de la Doctina Social de la Iglesia.

    Vamos, que puedes buscar las excusas que quieras, amigo, pero es incompatible ser católico y ultra-liberal (es decir, creer en el poder del mercado para autorregularse de un modo absoluto). Son muchas las encíclicas, cartas y documentos de los últimos papas, los que han asentado esta Doctrina en la Iglesia desde León XIII. Si tú crees en ese tipo de ultraliberalismo inhumano, tus tesis están fuera de las enseñanzas de la Iglesia. Esto puede gustar o no, pero es lo que hay. Confío en que tu liberalismo será otro, más acorde con una unidad de vida que, como practicante, no dudo que tendrás. Te recuerdo que no existe un catolicismo a la carta.

    Insisto, el problema de las mentalidades ideologizadas es que piensan que, en política, hay fórmulas mágicas para todo, para todos y para siempre. Son los mismos que, hoy, nos llevan al éxito social y económico, y mañana nos llevan a la ruina; incapaces de apearse de sus «dogmas» ideológicos.

  11. Lo que yo entiendo por liberalismo ya lo he explicado, y pareces haberlo leído con tan poca atención e interés como la explicación de las causas de esta crisis que he hecho antes. También he explicado que por el hecho de ser católico la Iglesia no me obliga a adoptar como dogma de fe una determinada explicación a la actual crisis económica. Y desde luego, doctores tiene la Iglesia y no tengo entendido que ninguno se llame Marcos y escriba en este blog.

    Ya puesto, me vas a permitir que te dé un consejo: busca más argumentos y menos impertinencias cuando alguien no coincide con tus opiniones, así serás más convincente. Te digo esto porque todavía no te he leído ni un mínimo análisis sobre la crisis, sólo varias filípicas repletas de descalificaciones (que si catolicismo a la carta, que si ultraliberales, que si tengo un serio problema como católico, etc.)

    Desde luego, permíteme que te diga que esa forma que tienes de debatir me aburre, porque ya la he visto muchas, demasiadas veces. Y pongo debatir en cursiva porque no veo qué narices de debate hay cuando las razones y los argumentos se contestan con alusiones personales tan impertinentes como ésa de «tienes un serio problema como católico». Dicho sea de paso, te confirmo un detalle que se te puede haber pasado: soy católico y liberal, pero no soy masoca. Creo que he tenido mucha paciencia al ofrecer argumentos a una persona empeñada en contestarlos, sin más, retratándome como un pecador. Si ésa es tu idea de la caridad, allá tú, pero comprenderás que llegados a este punto, ya empiezo a estar más que harto de que me insulten en mi propia casa. Si no tienes mejores argumentos que dar, por favor, ahórrate tu próxima ronda de impertinencias, que ya te he leído bastantes por hoy.

  12. Luis Carlos

    El capitalismo es como las artes marciales, se trata de un conjunto de conocimientos que pueden ser usados de forma justa o con fines malvados. Es una herramienta, no un fin en sí mismo.

    El «capitalismo» te dice como ganar dinero, pero no cómo debes emplearlo (si de forma altruista o para una egoista vida de lujo y consumo).

  13. artemisa

    Dicen libertad de mercado pero es libertad de mercado para los mas fuertes que imponen su producto made in china en las grandes superficies. Todo el mundo debe tener un televisor LG, unos pantalones Quechua y unos muebles de IKEA. Esa es la libertad de mercado.

  14. Artemisa: «Todo el mundo debe tener un televisor LG, unos pantalones Quechua y unos muebles de IKEA. Esa es la libertad de mercado.»

    Mi televisor es Philips, mis pantalones son de Northface y no tengo ningún mueble de Ikea. Eso es libertad de mercado. Lo de imponerle a la gente lo que tiene que comprar no es libertad de mercado: es socialismo, es decir, lo que algunos defendéis para liquidar las libertades individuales.

Opina sobre esta entrada:

Debes iniciar sesión para comentar. Pulsa aquí para iniciar sesión. Si aún no te has registrado, pulsa aquí para registrarte.