Quien incumple un contrato se va a la calle, salvo que sea Zapatero

Si cualquier español firma un contrato de trabajo con una empresa y no cumple las condiciones en él recogidas, la empresa podrá despedirle. Hoy Zapatero ha dicho en el Congreso: "Estoy completamente de acuerdo en que la democracia funciona como un contrato con los electores, que se firma por cuatro años".

La realidad es que este individuo no ve la democracia como un contrato, sino como un cheque en blanco de los electores con el que él puede hacer lo que le dé la gana en cada momento, incluso saltarse la Constitución y promover el desacato al Tribunal encargado de velar por su cumplimiento. Hay que recordar que el último "contrato" que firmó Zapatero con sus votantes en 2008 lo hizo negando la existencia de una crisis que ya teníamos encima y prometiendo el pleno empleo, además de sosteniendo un discurso diametralmente opuesto al que defiende ahora. Lejos de cumplir sus promesas, el actual presidente del gobierno ha llevado el paro en España a cifras históricas. Su pésima gestión y su afición a la mentira y al despilfarro han tenido consecuencias desastrosas para nuestra economía, convirtiendo a España en un país del que huyen los inversores como de la peste.

Cualquier empresa ya habría despedido a un empleado que hiciese lo mismo que Zapatero. Lejos de plantearse siquiera la posibilidad de dimitir, ayer Zapatero advirtió: "Voy a seguir, cueste lo que cueste". Es decir, que un engaño electoral masivo como el cometido por Zapatero en 2008 se convierte en un intento despótico de mantenerse en el poder a cualquier precio, incluso a costa de mandar a otro millón de españoles al paro y de arruinar a nuestro país de forma irremediable, tanto en el ámbito económico como en el ámbito institucional. ¿Los españoles aceptamos que el gusto de Zapatero por la poltrona nos cueste la ruina económica y la demolición de nuestro Estado de Derecho? Si la respuesta es un NO, empecemos a plantearnos la necesidad de una rebelión cívica contra este déspota.