No les bastó con asesinarla: ahora también quieren matar su recuerdo

Pamiętamy: el deber de no olvidar para que nunca se repita lo que le ocurrió a esta niña

Cuando era niño me aficioné a la historia. Siempre he sentido una gran curiosidad por los hechos del pasado y por cómo pensaban las personas de antaño.

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Aprender de la historia es algo muy útil, siempre que la abordes con un mínimo de honradez intelectual. Eso sirve, ante todo, para saber qué ejemplos debemos seguir y qué errores hemos evitar que se repitan. Y eso implica sumergirse muy a menudo en unos aspectos oscuros y desagradables de la historia: los crímenes cometidos por unos seres humanos contra otros.

Todos podemos aprender muchas cosas de la historia de nuestro propio país, pero después de España, si he aprendido mucho de un país en concreto es de Polonia. En ese país eslavo y tradicionalmente católico se desarrolló durante siglos una cultura tolerante, que permitió asentarse allí a muchos judíos que habían sido expulsados de otras partes de Europa. En 1939, Polonia era el país con más judíos del mundo, unos 3,4 millones (en Europa había unos 9,5 millones).

Fue entonces cuando Polonia se vio azotada simultáneamente por los dos grandes totalitarismos del siglo XX: el nacional-socialismo y el comunismo, que se habían aliado en el Pacto Ribbentrop-Molotov. Los polacos, tanto católicos como judíos, fueron víctimas de unas atrocidades terribles. Leer la historia de ese país durante la ocupación alemana y soviética hace que se te caiga el alma a los pies pensando en las penalidades que sufrió el pueblo polaco.

Conocer esos hechos me ha servido para reforzar mi profundo rechazo hacia los totalitarismos y para entender que detrás de las ideologías totalitarias lo que hay es un mal absoluto: el que llevó a millones de personas a ser despojadas de su humanidad y a ser tratadas como si fuesen simples insectos a los que había que exterminar. Ese exterminio lo sufrieron especialmente los judíos polacos, pero también millones de católicos, como ya expliqué aquí en 2019.

En esa entrada os hablé de una niña polaca llamada Czesława Kwoka. Tenía 14 años cuando fue asesinada en Auschwitz con una inyección de fenol. Tengo grabada en la memoria la mirada de terror de esa niña cuando le hicieron la foto que podéis ver sobre estas líneas. Se trata de la foto que los alemanes hacían a todos los prisioneros que llegaban a aquel campo de exterminio.

Cuando pienso en Czesława, que era católica, y en otros millones de polacos, tanto judíos como católicos, que sufrieron el terror nazi y el terror comunista, siempre recuerdo una palabra polaca: "pamiętamy", que significa "recordamos". Tenemos el deber moral de no olvidar aquellos crímenes, no sólo para evitar que se repitan, sino también para honrar la memoria de las víctimas.

Escribo estas líneas porque el pasado sábado se cumplieron 80 años del asesinato de Czesława. Para mantener vivo su recuerdo y el de millones de víctimas del totalitarismo, volví a difundir en las redes sociales aquel artículo que le dediqué. En las últimas horas he tenido la desagradable experiencia de leer a canallas que se burlaban de ella y que incluso negaban su asesinato. A la escoria nazi, al igual que a la escoria comunista, no le basta con haber asesinado a millones de personas: ahora además quieren pisotear su recuerdo.

La escoria totalitaria tiene en en esta web un dique que no va a ceder mientras me quede aliento. Me declaro radicalmente intolerante con los totalitarios, sean nazis o comunistas, porque lo que pretenden es volver a robarnos nuestra libertad y volver a robar la dignidad humana de millones de personas. No podemos tratar como ideologías legítimas ni respetables a lo que es, en realidad, una forma de terrorismo intelectual que no tiene reparos en justificar crímenes de genocidio, en mofarse de las víctimas y en negar aquellos horrendos crímenes, que están sobradamente documentados.

Ante esa vileza, ante esa tremenda falta de humanidad y ante el vómito de maldad de esos totalitarios, los que amamos el bien, la verdad, la libertad y la vida tenemos el deber de recordar, el deber de no olvidar para que no se repitan tragedias como la que sufrió Czesława a manos de una banda de criminales que se creían superiores a sus semejantes. Todos los totalitarios siempre encontrarán en esta web una respuesta clara y firme: pamiętamy. Contando Estrelas va a seguir recordando los crímenes nazis y los crímenes comunistas, porque olvidarlos sería dejar que los totalitarios ganasen y que, además de matar a millones de personas, ahora matasen también su recuerdo.

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Comentarios:

  1. JNiet

    Muchas gracias Elentir, todo mi apoyo en esta lucha.

  2. wladimir

    es cierto…

    estas cosas no deben olvidarse…porque estariamos condenados a repetirla…y precisamente ya lo estamos viendo con Putin y sus socios..no importa la ideologia totalitaria del extremo que sea…el final siempre es el mismo…

    No olvido…o sino los extremistas habran ganado…

  3. Dardo

    Enhorabuena por resaltar lo luminoso frente a lo obscuro de la cultura de la cancelación. Tratan de banalizar tragedias como la relatada y sin solución de continuidad poner en valor verdaderas imposturas. Ánimo en ese afán por aflorar testimonios y que Dios le mantenga su compasión.

  4. JuanM

    Bien hecho, Elentir. Alto, fuerte y firme no hay que dejar jamás de denunciar la barbarie nazi y comunista. Y no dejar jamás de rendir respecto y homenaje a todos a los que, vil y cobardemente, les fue arrebatada la vida.

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