Los F-16 y el afán ruso de que el miedo ocupe el lugar del sentido de la Justicia

Elentir EN Dom 21·5·2023 · 7:03 1

Dentro de unos días se cumplirán un año y tres meses del inicio de la actual invasión rusa de Ucrania, iniciada el 24 de febrero de 2022.

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Esta semana, el pueblo ucraniano, que continúa resistiéndose heroicamente contra una país mucho más fuerte y mejor armado, recibió un nuevo mensaje de esperanza con la noticia de que EEUU no vetará la exportación de F-16 a Ucrania. Una noticia que podría dar lugar a la entrega de cazas de ese tipo a la Fuerza Aérea Ucraniana este mismo año, ofreciendo a Ucrania nuevos medios para defenderse.

Ese anuncio ya ha sido respondido por los invasores con el único lenguaje que conocen: el de las amenazas. El gobierno ruso dijo ayer que la entrega de esos cazas implica "riesgos colosales" para Occidente. El viceministro de Exteriores de Rusia, Alexander Grushko, declaró: "Vemos que los países occidentales todavía se adhieren al escenario de escalada". Esta declaración es tan cínica como si unos abusadores se quejasen de que alguien acusa a ayudar a un niño al que están dando una paliza, acusando al auxiliador de querer una "escalada".

Ya va siendo hora de contestar con rotundidad esas declaraciones tan cínicas: es Rusia la que inició una escalada bélica al invadir Ucrania y está en sus manos detenerla. Mañana mismo podría hacerlo, si realmente desease evitar que esa escalada continúe: le bastaría con anunciar su retirada completa del territorio ucraniano, incluidas las zonas que se ha anexionado ilegalmente desde 2014. Parece poco probable que el gobierno ruso haga esa muestra de sentido común, así que Occidente está en su derecho de ayudar a Ucrania a defenderse, de igual forma que Estados Unidos ayudó al Reino Unido con el envío de ayuda militar cuando ese país fue atacado por la Alemania nazi.

Podría ofrecer razones estratégicas de peso para justificar el interés de Occidente por una derrota de Rusia, un escenario que serviría para desincentivar a Putin a ordenar nuevas agresiones a otros países. Debilitar a Rusia, además, ayudaría a rebajar sus intentos de desestabilizar el propio Occidente y también África. Pero hay razones más poderosas que los intereses estratégicos: son las razones morales.

Si Occidente hace lo adecuado al enviar ayuda militar a Ucrania es, ante todo, porque la agresión rusa y sus crímenes contra el pueblo ucraniano son dignos del más absoluto rechazo por cualquiera que tenga un recto sentido de la Justicia y de la razón. Para los defensores de la Libertad y de la soberanía de las naciones, además, Ucrania abandera la causa justa de un pueblo que lucha por su soberanía y por su independencia contra un invasor, un invasor que se cree con derecho a suprimir a Ucrania del mapa por razones que recuerdan terriblemente a las aducidas por Adolf Hitler para invadir Polonia en 1939.

Lo que Rusia busca con sus amenazas es infundir miedo a Occidente y que ese miedo ocupe el lugar de nuestro sentido de la Justicia. Quieren que miremos hacia otro lado mientras los rusos violan, deportan, torturan y asesinan a los ucranianos, intentando convencernos de que si ayudamos a los agredidos caerán sobre nosotros toda clase de males e incluso podríamos iniciar una tercera guerra mundial. Además de intentar alimentarse del miedo y de la cobardía, Rusia también intenta aprovecharse de la mala memoria de muchos.

Y es que Rusia ya ha lanzado amenazas parecidas cuando empezaron las sanciones, cuando Occidente envió armas ligeras, cuando empezó a enviar armas pesadas, también cuando envió misiles y después también con motivo del envío de tanques. Sucesivamente, Rusia y sus propagandistas (también los que tiene en Occidente) nos han advertido que podríamos morirnos de frío el pasado invierno, que Rusia podría recurrir a su armamento nuclear (como si Occidente careciese de él para dar una respuesta inmediata) y otros burdos intentos por amedrentar a Estados Unidos y a la OTAN. Llegados a este punto, Rusia ya ha demostrado dos cosas: que miente siempre -incluso cuando amenaza- y que sólo hay que tener miedo a vivir bajo sus botas.

De igual forma que no se dejó amedrentar por un dictador criminal como Hitler, el mundo libre no puede dejarse amedrentar por un dictador criminal como Putin. Cuanto más fortaleza demuestre Occidente frente a las amenazas de ese tirano, más cerca estará el día de la ansiada derrota y expulsión de Rusia del territorio ucraniano. Y ese día llegará. Rusia será derrotada y Ucrania vencerá, por mucho que algún revés retrase esa victoria ucraniana y por mucho empeño que pongan los propagandistas rusos en infundirnos miedo, derrotismo y desaliento.

Rusia ya ha sufrido en esta invasión enormes bajas humanas y pérdidas materiales, y cuanto más tiempo pase, mayor será el desastre militar ruso y mayor será también la ayuda que reciba Ucrania. Además, esa victoria ucraniana no sólo podría ser el final de Rusia como potencia, sino también el final de Putin. Si en el Kremlin quedase una pizca de sensatez, mañana mismo ordenaría la retirada. Cuando más tiempo deje pasar sin hacerlo, peor será para Rusia y para Putin.

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Imagen: Ministerio de Defensa de Ucrania. Representación artística de dos cazas F-16 con escarapelas ucranianas.