Los bien perdidos y el peaje inmoral al que ningún partido ni medio deberían someterse

"Con mensajes como éste perdéis votantes". Mensajes de este estilo se han hecho habituales en las redes sociales últimamente.

La importancia de los principios en política y las consecuencias que tiene carecer de ellos
¿Qué les deben los palmeros de dictaduras a esos regímenes criminales a los que apoyan?

Es habitual leer este tipo de mensajes, por ejemplo, cuando Vox o alguno de sus dirigentes publican algo apoyando a Israel o Ucrania, dos países que han sufrido brutales ataques por parte de organizaciones terroristas, Hamás en el primer caso y el Estado ruso en el segundo, con unas masacres de civiles ante las cuales cualquier persona decente debería sentir solidaridad por los atacados.

Los autorres de ese tipo de mensajes parecen sugerir que un partido político debe someterse al peaje inmoral de algunos de sus votantes, evitando tomar partido por Ucrania o por Israel por miedo a que los putinistas y los antisemitas se enfaden. Dejando a un lado la relevancia numérica de los fans de Putin y de Hamás entre la derecha (una minoría ruidosa), ¿acaso un partido político debe someterse a las exigencias de quienes apoyan a un tirano o a un grupo terrorista?

Aunque los putinistas y los antisemitas fuesen mayoría entre la derecha, que no lo son, pasar por ese aro dejaría por los suelos la credibilidad de un partido que dice tener sólidos principios. Por ello, es de agradecer que Vox no haya cedido a esas voces y siga apoyando a Israel y a Ucrania, aunque eso disguste a los antisemitas y a los putinistas. Lo mismo se puede decir de cualquier otro partido o medio de comunicación que haya recibido el mismo tipo de mensajes y haya decidido ignorarlos. Hay que defender el Bien y la Justicia cueste lo que cueste, aunque eso provoque el enfado de algunos.

Por lo que a mí respecta, hace tiempo que publicar críticas a Putin me cuesta perder seguidores en Twitter, en Telegram y en Facebook, así como suscriptores por email. No me importa. Lo que me impediría conciliar el sueño sería someterme a ese peaje inmoral y dejar de criticar a un tirano criminal como Putin para no perder lectores: eso jamás. A esos seguidores o lectores los doy por bien perdidos.

Cuando digo que defiendo la Libertad contra la tiranía, lo que digo es aplicable a Rusia, a Irán, a Cuba, a China, a Corea o a Venezuela. Tengo mis principios muy claros y uno de ellos, la defensa de la Libertad, tiene una línea roja muy clara: no apoyar nunca a ningún tirano, cueste lo que cueste. En las dictaduras citadas, manifestar opiniones contrarias al poder político te puede acarrear ser enviado a prisión o incluso ser asesinado. A ver con qué moral yo, desde un país democrático, podría tener miedo a perder algunos seguidores por criticar a dictaruras como ésas, cuando otros arriesgan su libertad e incluso sus vidas por hacer eso mismo.

Lo mismo puedo decir sobre cualquier otro de los principios que defiendo. No renunciaré a la defensa de la vida contra el aborto simplemente porque algunos hayan asumido la cultura de la muerte y se puedan incomodar conmigo. No dejaré de defender la libertad lingüística simplemente porque algunos se hayan dejado empañar por el nacionalismo lingüístico imperante en regiones como Galicia. No dejaré de defender el legado histórico de España simplemente porque algunos se hayan tragado las mentiras de la leyenda negra antiespañola. Y no dejaré de defender mis creencias cristianas por el mero hecho de que algunos me consideren un retrógrado por ello.

Mi horizonte en esta vida no es caer simpático a todo el mundo, como si la popularidad y la fama (dos cosas que nunca me han importado) estuviesen por encima de cualquier cosa. Mi propósito no es ganar audiencia a costa de renunciar a mis principios. Creé este sitio para defender unos principios muy claros por medio de la palabra, para ofrecer buenos argumentos con los que respaldar esas causas y para contar lo que otros no quieren contar. Si todo eso implica perder seguidores, lo acepto encantado. Prefiero eso que renunciar a mi integridad.

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Foto: Miltiadis Fragkidis.