El odio a los 'boomers', un anticipo de lo que ocurrirá con la derecha 'woke'

"Por siempre joven. Quiero ser eternamente joven. ¿De verdad quieres vivir para siempre?" A mucha gente de mi edad le sonará esto.

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Esas palabras son parte del estribillo de una bonita canción titulada "Forever Young" del grupo alemán de música pop Alphaville. Es una de mis canciones favoritas de esa época dorada de la música. Esa canción manifestaba el deseo de muchas personas por no envejecer, por permanecer para siempre en un momento de la vida en el que la madurez parece algo aborrecible. Es esa juventud que nos despierta a muchos la nostalgia, hasta que empezamos a recordar más detalles.

Lo que algunos movimientos políticos adoran de la juventud

A medida que pasa el tiempo, te vas dando cuenta de que ser joven tiene ventajas y también inconvenientes, y el mayor de estos últimos es la inexperiencia, esa ignorancia sobre la vida que te hace exponerte a situaciones que llevarán a duras decepciones. Ese desconocimiento es una de las causas por las que la juventud ha sido objeto de adoración por los movimientos totalitarios, no sólo por si vitalidad, sino también por su moldeabilidad, por lo receptiva que es a cualquier disparate aunque sus pésimos resultados ya hayan quedado sobradamente expuestos.

Obviamente, ninguna generalización es justa: hay jóvenes brillantes y ancianos mediocres, y viceversa. Ser joven o ser un anciano no garantiza que nadie sea mejor persona. Sin embargo, algunos insisten en convertir a la juventud en una categoría política y a la madurez en un objeto de desprecio. Es una actitud torpe que ya vimos hace años en la extrema izquierda, cuando se lamentaba de que en España votasen también los mayores de 45 años, porque si sólo votasen los menores de esa edad, ya tendrían la victoria. Es un ejemplo de esa izquierda "woke" que centra su discurso en identidades a las que enfrentar entre sí: mujeres contra hombres, pobres contra ricos, "personas racializadas" contra blancos, etc.

Una gran oportunidad que corre el riesgo de perderse

Hoy parece que esa izquierda "woke" está en decadencia, hundida por el peso de su irracionalidad, castigada por los efectos de los disparates que ella misma formuló y que le llevaron a ahuyentar a muchos de sus seguidores. Es la gran oportunidad para que la derecha occidental recupere un discurso sensato y racional, centrado en los valores, en el bien, en la libertad y en la importancia de la persona, y no en identidades colectivas enfrentadas entre sí como afirma la izquierda. Por desgracia, esa oportunidad corre el riesgo de perderse.

El discurso de la derecha 'woke' contra los 'boomers'

Ese riesgo existe porque una parte de la derecha ha decidido incurrir en los mismos errores de esa izquierda "woke", adoptando un discurso identitario que es como un reflejo del discurso defendido por sus rivales. Uno de los ejemplos más penosos del discurso de esa derecha "woke" es el odio a los "boombers", como se conoce habitualmente a las personas que nacieron en la época del "baby boom", desde los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial hasta las décadas de 1960 o 1970, dependiendo del país. Así pues, "boomers" serían personas desde los 45 o 50 años hasta los 70 u 80. Hablamos de miles de millones de personas en todo el mundo.

Esa derecha "woke" culpa a los "boomers" del estado actual de la sociedad y del mundo, como si todas las personas de cierta edad tuviesen la misma forma de pensar y las mismas responsabilidades en la sociedad. Un discurso así es igual de ridículo que el discurso de la izquierda "woke" demonizando a los hombres, a las personas blancas o a los heterosexuales, pero los derechistas que han decidido sumarse a esa corriente de irracionalidad parecen no darse cuenta de que están haciendo lo mismo que la izquierda pero desde el otro extremo.

Un círculo vicioso que no acaba bien

No hay que ser adivino para saber qué hay detrás de un discurso tan estúpido como ése: es la vieja táctica de culpar a los demás de tu incapacidad para ofrecerles argumentos convincentes y que les animen a apoyarte. Quienes asumen ese discurso se meten en un círculo vicioso: asumen tesis irracionales que provocan rechazo entre mucha gente y después culpan a los demás de ese rechazo, sin tener ni la más mínima capacidad de autocrítica, sin pararse ni un minuto a pensar que tal vez ellos estén equivocados o, al menos, hayan utilizado métodos erróneos para comunicar sus ideas.

No cuesta mucho adivinar lo que ocurrirá con esa derecha "woke", viendo lo que pasó con su reflejo izquierdista. Acabarán aburriendo a la gente y conseguirán perder muchos apoyos que recibieron antes de apostar por esa actitud cada vez más irracional. Al final, esos jóvenes a los que la derecha "woke" dice adorar acabarán madurando y muchos recordarán con vergüenza sus actitudes pasadas, especialmente sus críticas generalizadas e injustas contra millones de personas por el mero hecho de tener una cierta edad. Para entonces, quizá, la izquierda ya haya logrado recuperar el terreno que está perdiendo ahora. Algún día, los libros de historia deberían recordar este momento como un ejemplo claro de lo que es tirar piedras al propio tejado en política.

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Foto: Aaron Andrew Ang.