Iker Jiménez desafía a la corrección política y abunda en las agresiones de inmigrantes

Tras el linchamiento que sufrió la semana pasada por parte de los que quieren ocultar la ola de abusos sexuales cometidos por inmigrantes en Europa, Iker se ha metido de lleno en el tema.

El linchamiento progre a Iker Jiménez en las redes no hace más que darle la razón
La TV sueca prohíbe la palabra 'inmigrante' y aconseja no usar 'refugiado' ni 'mendigo'

Datos concretos de la ocultación policial de estos hechos

El presentador de "Cuarto Milenio" ha dedicado un espacio de su programa de este domingo a abordar con detalle la forma en que la corrección política está dictando silencio a esas noticias sobre abusos sexuales. Iker Jiménez contó en esa parte del programa con la participación del doctor José Miguel Gaona, especialista en psiquiatría forense y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid. El doctor Gaona repasó algunos ejemplos de descarada ocultación de la información en casos como los ocurridos en Alemania, algo que ha sucedido también en países como Noruega, Suecia y el Reino Unido. Hace dos semanas se conoció, por ejemplo, que la Policía de Estocolmo ocultó el acoso sexual a decenas de jóvenes por el origen inmigrante de los atacantes. Los hechos ocurrieron en el festival juvenil We are Sthlm, tanto en la edición de 2014 como en la de 2015, y entre las víctimas hubo chicas menores de edad. Igual que ha ocurrido en Alemania, los agresores actuaron de forma coordinada. La Policía ocultó lo ocurrido alegando que "algunas veces no decimos cómo son las cosas realmente porque creemos que pueden hacerle el juego a los Demócratas Suecos", una formación tachada de extrema derecha.

Si citas a un conocido diario progresista te llaman 'xenófobo'

Hay que decir que algunos, a pesar de los datos, siguen erre que erre. Muestra de ello son las críticas de algunos internautas a este tuiteo publicado por Iker Jiménez señalando un recorte de prensa comentado en el programa:

Algunos han empezado rápidamente a lanzar acusaciones de xenofobia. Lo curioso de caso es que el recorte no es de ningún diario ultraderechista ni nada parecido: se trata de una noticia publicada en diciembre por el periódico progresista The New York Times. La cita que pone Iker entre comillas es de Hanne Kristin Rohde. Incluyo la traducción de los tres párrafos que incluían el testimonio de esta mujer:

Hanne Kristin Rohde, exjefa de la sección de delitos violentos del Departamento de Policía de Oslo, dijo que se encontró con un muro de hostilidad cuando, en 2011 cuando aún estaba en el cuerpo de Policía, ella culpó a la violencia sexual por parte de hombres extranjeros a factores culturales y salió a la palestra con datos que sugieren que los inmigrantes cometen un número enormemente desproporcionado de violaciones.

"Este fue un gran problema, pero era difícil hablar de ello", dijo Rohde recientemente, afirmando que había "una clara conexión estadística" entre la violencia sexual y los hombres migrantes de países donde "las mujeres no tienen valor propio." El tabú, agregó, ya se ha aliviado un poco.

"Hay un montón de hombres que no han aprendido que las mujeres tienen valor", dijo Rohde, que quiere clases de conducta sexual obligatorias para todos los nuevos hombres migrantes. "Este es el mayor problema, y es un problema cultural".

No es un problema racial, sino un problema cultural

En "Cuarto Milenio", el doctor Gaona ha insistido en este punto: no se trata de un problema de raza o de nacionalidad, ni siquiera de religión, sino que se trata de un problema cultural. ¿Y por qué algunos se empeñan en querer enterrar este problema, hasta llegar en lo que Iker y el doctor Gaona han calificado como "una conspiración de silencio"? En mi opinión, la razón está en el respaldo al llamado multiculturalismo por parte de la ideología progresista, la actualmente dominante en la sociedad europea. Hace diez días Francisco José Contreras, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla, daba esta definición del multiculturalismo: "el prejuicio según el cual Occidente no tiene derecho a imponer sus valores a los inmigrantes pues sus culturas deben merecer el máximo respeto". Este prejuicio, apunta Contreras, "ha favorecido la aparición de guetos étnicos en los países de acogida –regidos por sus costumbres y valores de origen- y ha dificultado la asimilación". Pero ¿a qué responde ese prejuicio, cuál es su origen? El catedrático de la Universidad de Sevilla lo atribuye a "un esquema neomarxista en el cual Occidente juega el papel de la burguesía explotadora y las otras etnias el del proletariado explotado". Y para nuestra izquierda, señala Contreras, la opresiva es "la tradición cultural cristiana-occidental".

La paradoja de muchas feministas occidentales: Islam sí, Cristianismo no

De esta forma estamos adentrándonos en una paradoja. Occidente ha tardado muchos años en alcanzar un entorno sociopolítico basado en la democracia, los derechos humanos y la igualdad ante la ley. No es casualidad que ese entorno se haya alcanzado en Occidente y sólo aquí. En la vieja Europa y en los territorios que heredaron su legado cultural: Estados Unidos, Hispanoamérica, Australia, Nueva Zelanda, Israel... ¿Qué tienen en común esos países? Pues que sus raíces son judeocristianas. Los casos de países musulmanes en los que ha florecido la democracia son escasos. El Islam no concibe la separación entre el poder religioso y el político, una separación que el Cristianismo halla en sus orígenes ("dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", dijo Jesucristo). A la par, en el entorno cultural islámico la mujer sigue teniendo un papel muy subordinado al hombre. La paradoja es que muchas feministas occidentales están empeñadas en que nuestras raíces judeocristianas son un estorbo y algo a erradicar, cuando ha sido sobre ellas sobre las que se ha consolidado el entorno sociopolítico que mayor respeto brinda a la mujer, y sin embargo pretenden ocultar una ola de casos de abusos sexuales organizados por gente procedente de un entorno cultural tan profundamente machista como el musulmán. El mundo al revés.