Clama contra la corrupción mientras se apropia de funciones de los jueces

También es corrupción que un político abuse del poder que le han dado, señora Cifuentes

"El tiempo de los corruptos ha llegado a su fin en la Comunidad". Esto es lo que ha dicho hoy Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, en un discurso público.

Cifuentes copia la disparatada 'Ley Mordaza' que preparaban Leire Pajín y el PSOE en 2011
El PP de Cifuentes vota con Podemos, PSOE y C’s un ataque a la libertad de expresión de HO

El enriquecimiento ilícito no es la única forma de corrupción

Las palabras de Cifuentes revelan hasta qué punto tenemos en España una visión sesgada de lo que es la corrupción política. Muchos compatriotas piensan que un político corrupto es aquel que se beneficia económicamente de su cargo de forma indebida. Es acertado identificar la corrupción con el enriquecimiento ilegítimo a costa del cargo, mientras no se crea que la corrupción es exclusivamente eso. La propia RAE indica así la cuarta acepción de ese término:

"En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores."

El provecho económico no es la única forma de corrupción. De hecho, creo que no es siquiera la más habitual. Hay una corrupción mucho más extendida -y más aceptada- que el lucro ilícito: el abuso de poder. La cometen políticos que se extralimitan en sus competencias y fuerzan -o incluso se saltan- las leyes para imponer su voluntad a los gobernados. Digo que es la forma de corrupción más aceptada porque algunos incluso la defienden ideológicamente. En Cataluña se ha visto a políticos de distintos partidos animando al gobierno autonómico a saltarse sentencias judiciales sobre la imposición del catalán, y a muchos les ha parecido algo de lo más legítimo. De igual forma, varias comunidades autónomas -entre ellas la de Madrid- han creado leyes usurpando funciones judiciales y lesionando libertades fundamentales, y la mayoría de los partidos y de los medios de comunicación no han hecho ni el más mínimo reproche hacia ello.

Un ejemplo de abuso de poder en la Comunidad de Madrid

Sin ir más lejos, la propia Cifuentes invadió competencias exclusivas del Estado, y en concreto del Congreso de los Diputados y de los jueces, con su ley LTGB, aprobada el año pasado. Recordemos que según el Artículo 81 de nuestra Carta Magna, para regular derechos fundamentales como la libertad de expresión son precisas leyes orgánicas que han de aprobarse por mayoría absoluta en el Congreso. Además, la determinación de si alguien se ha extralimitado en el ejercicio de ese derecho le corresponde a un juez, no a un político. Sin embargo, Cifuentes se saltó ese precepto constitucional con una ley que le permite multar lo que a ella le parezca un "discurso de odio". Y no ha tardado en intentar aplicar esta nueva forma de censura: en diciembre anunciaba una multa a un director de colegio por ejercer su libertad de expresión para discrepar, precisamente, de esa ley de Cifuentes; en febrero anunció sanciones contra el famoso bus de HazteOir.org por el mero hecho de afirmar una evidencia biológica: que los niños tienen pene y las niñas tienen vulva; y a finales de abril volvía a esgrimir la censura contra HO, esta vez por un libro que critica precisamente las leyes que imponen esa censura. Hay que advertir que en ninguno de los tres casos hay sentencia judicial alguna contra los acusados. Cifuentes ejerce de jueza sin serlo.

El abuso de poder es la forma de corrupción más peligrosa

Precisamente esta forma de corrupción es la más peligrosa. En primer lugar, como ya he apuntado, porque es la más aceptada. En los tres casos citados todos los grandes partidos (PP, Podemos, PSOE y Ciudadanos) han bendecido el atropello a las libertades fundamentales, y la mayoría de los medios de comunicación -que funcionan como meras correas de transmisión de los partidos políticos- han hecho lo mismo, criminalizando a los censurados. La propia naturaleza del Estado del Bienestar consiste en una constante transferencia de poder de los ciudadanos hacia la clase política: los gobernantes ejercen cada vez más control sobre nosotros y pocos se quejan, porque la mayoría ve con buenos ojos la existencia de un Estado asistencialista, que nos garantiza ciertas seguridades (educación, sanidad, pensiones y subsidios) a costa de que los políticos se queden con una parte cada vez mayor de nuestros ingresos y también de nuestras libertades. Pero además, los propios políticos han creado las leyes que amparan esa forma de corrupción. Así, es mucho más fácil meter en prisión a un político que roba que a un político que abusa de su poder. Incluso en aquellos casos en los que el Tribunal Constitucional ha declarado contrarias a Derecho ciertas leyes, eso sale totalmente gratis para los políticos que promovieron el abuso.

La advertencia que hizo Lord Acton

Precisamente por lo que acabo de señalar, no entiendo a los que se quejan de los políticos que se lucran indebidamente y, sin embargo, ven con buenos ojos que nuestros gobernantes acumulen cada vez más poder y se apropien de una porción cada vez mayor de nuestra riqueza, lo que crea cada vez más oportunidades de que un político meta la mano en las arcas públicas. Un gran pensador católico y liberal, Lord Acton (1834-1902), ya advirtió en su momento: "El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente." La historia del siglo XX demostró hasta qué punto tenía razón, con regímenes totalitarios (comunismo, fascismo, nazismo) en los que los gobernantes ejercían un poder absoluto que acabó teniendo consecuencias monstruosas. Si después de la Segunda Guerra Mundial el mundo se dio cuenta de la necesidad de marcar unos límites al ejercicio del poder, el avance del marxismo cultural en sus diversas formas -corrección política, multiculturalismo, ideología de género- está haciendo que se rompan todos los diques que nos protegían de cualquier abuso. Y sí, eso también es corrupción, señora Cifuentes.

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Comentarios:

  1. pacococo

    Vengo diciendo desde hace varios años, que el gran problema que tenemos es la corrupción moral, porque al final el dinero va y viene y trabajando se recupera y por otra parte las herencias si no se incrementan, apenas llegan a los nietos.

    Pues la Sra de la foto, si vieras como me revuelve el estómago ver su jeta, es una gran corrupta, aunque sea la favorita de D. Mariano o tal vez por eso sea la favorita, que D. Mariano nunca se sabe si va o viene, dada su quietud.

    Acabo de leer que la utiliza para frenar a Dª Soraya. Pero eso me resulta indiferente, dado que me da igual quien mande en el partido, un partido que más parece una asociación de malhechores, dado el número de altos cargos en chirona.

    En fin, que la buena Sra es una perla. Ya no sé si cultivada o no.

  2. Jandro

    No es solo la corrupción moral de los políticos, sino la de la propia sociedad, que es la que facilita que se dé aquella. Acabamos de ver cómo la corrupción de la sociedad hace que, cuando un político pisotea los derechos fundamentales en un flagrante abuso de poder, muchos tontos útiles todavía aplaudan con las orejas.

    ¿Tienes información sobre en qué punto están las denuncias de HazteOír?

  3. Manuel

    Amen. La peor corrupcion es la moral, causa y origen del resto de corrupciones. Y ademas los cargos publicos o funcionarios y mas aun a nivel autonomico y municipal tienen encomendado por la constitucion y por mandato nuestro la administracion de la cosa publica, nada mas, todo lo que se sale de ahi es corrupcion. Pero nos administran a nosotros a su beneficio idelogico (lo que dice este articulo) y de nuestros dineros a beneficio de su bolsillo y de mantener su ideologia y poder…..
    Cifuentes es una trepa profesional muy peligrosa, sin ninguna ideologia mas que el poder amparada en cualquier partido, en este caso en uno del que no cumple con sus principios basicos

  4. atraval

    Prefiero la corrupción económica en un partido que crea riqueza en una Comunidad, a la corrupción «MORAL» de los Políticos. La primera afecta al bolsillo; la segunda afecta a la persona en su integridad. La primera afecta bienes tangibles; la segunda afecta a NUESTRA LIBERTAD personal.

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