The inner child

El verano de 1998 llegaba a su fin. La lluvia caía como en su tierra natal, y allí, en Londres, mi paisana Rosa Cedrón puso voz a una emoción universal, primero con un arrullo y después con un grito liberador. Ni Mike Oldfield pudo resistir la emoción. Esa voz sigue rompiendo las noches lluviosas, cuando todos los demás gritos se ahogan y sólo los arrullos se atreven a romper, a escondidas, el silencio que reina en la oscuridad.

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