2012

Esta tarde he ido a ver la última entrega de cine apocalíptico que ha llegado hoy a la pantalla grande. Su director, Roland Emmerich, es el mismo que rodó hace cinco años "El día de mañana", que guarda muchos parecidos con este nuevo filme (parecidos entre los que no están las tesis ecoalarmistas, por cierto) en el que vemos el fin del mundo tal como lo conocemos.

La película tiene muchos detalles que recuerdan a la anterior, aunque los efectos especiales y las escenas de cataclismos son mucho más espectaculares.

Mención concreta se merece una cuestión que ha levantado polémica a propósito de unas declaraciones del director que comentaba Alejandro Lostaunau el pasado martes, en las que Emmerich confesaba que no se había atrevido a mostrar la destrucción de ningún símbolo islámico, pero sí la del Vaticano: "uno puede dejar que los símbolos cristianos se desmoronen, pero si quieres hacer lo mismo con un símbolo árabe, terminas con una gran sanción", explicaba el director. A decir verdad, y al margen de estar de acuerdo con la acusación de cobardía que lanza hoy mi amiga Schwan contra Emmerich, una vez vista la película me reafirmo en lo que ya le apunté a ella: creo que nadie se habría dado cuenta del detalle, o al menos habría pasado desapercibido para muchos, si el director no hubiese abierto la boca.

La película me ha gustado y me ha parecido mejor de lo que esperaba, desde luego, incluso tiene detalles que me han gustado, como la preocupación por el prójimo y las expresiones positivas de fe que aparecen a lo largo de la historia. Digo esto, sobre todo, para que nadie se haga a la idea de que ésta es una película anticristiana. Es más... (AVISO: no sigas leyendo si no has visto la película), mientras los mandatarios de las naciones más ricas -España incluída- se ponen a salvo en las arcas, en la película se ve al Papa compartiendo el destino del pueblo que se ha reunido en la Plaza de San Pedro para rezar. Por cierto, sí que he echado más en falta escenas del cataclismo en otros países. Más allá de Roma, la India y el Tíbet, no se ve nada. Un fallo, en mi opinión.

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Comentarios:

  1. El primer ministro italiano decide quedarse, junto con el Papa, con su pueblo. Lo mismo el President Glover que toma la determinación después de la oración.
    Algo es algo. Todo lo demás es cientifismo moralista vs. política pragmática (amoral). «lo apocalipticos y conspiranoicos estan en lo cierto», «un cientifico joven vale más que 20 políticos viejos», etc.

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