¿Quién quiere vivir para siempre?

Ha pasado más de un cuarto de siglo desde que este videoclip de la banda alemana de tecnopop Alphaville, titulado "Forever young" (por siempre joven), se convirtió en un éxito musical en unos años 80 en los que la amenaza de un cataclismo nuclear se cernía sobre la Humanidad, una amenaza a la que hace referencia la letra de la canción. He escuchado este tema muchas veces -me encanta Alphaville- y oyéndolo ahora me he acordado de los jóvenes que acaban de pasar la selectividad (os lo dedico).

Dos años después del éxito de la banda alemana, llegó a las radios un magnífico tema escrito por Bryan May, y al que pusieron voz tanto él como su compañero Freddie Mercury (dos voces privilegiadas) junto a su grupo Queen: "Who wants to live forever?" (¿quién quiere vivir para siempre?). He pensado muchas veces en el contraste que hacen ambas canciones, pues la segunda es como una rotunda réplica existencial de la primera. Mientras el grupo de Marian Gold suspiraba por una juventud fugaz, el de Mercury lamentaba los efectos de la inmortalidad (la canción iba incluida en la banda sonora de "Los Inmortales"), una vida sin fin en la que uno está condenado a ver morir a todos los que quiere, sólo pudiéndose abrazar a un concepto del amor repleto de sentido de la eternidad:

Cuando yo era más joven entendía muy bien a Alphaville. La vida parecía como un río empeñado en arrastrarnos lejos de un momento ideal en el que creemos ser los dueños del mundo. Es la edad ideal para dejarse tentar por los ideales románticos. Con 34 años entiendo mejor el tema de Bryan May. Sé que a algunos les chocará que el ideal de la eterna juventud, tan cultivado a lo largo de la historia por diversas formas de pensar, pueda ser tomado como una condena, pero así es. En econonomía se suele decir que el valor de las cosas reside en su escasez, y si le damos valor a la vida es porque sabemos que es un bien que no durará siempre, que nadie nos podrá devolver si nos la quitan -salvo Dios- y que no volverá a repetirse. ¿Daríamos el mismo valor a una vida sin fin y salpicada de dolorosas pérdidas durante siglos?

En fin, llegado a este punto he de confesar una cierta maldad al dedicar a los "selectivos" la primera canción. Lejos de mi intención está ponerles tristes, sino hacerles reflexionar. Empieza para ellos una etapa importantísima de la vida, en la que encontrarán la razón de muchas cosas, y en la que comprenderán que la plenitud de la vida no se alcanza necesariamente con la juventud (es más, lo más frecuente es alcanzarla después). Así que al cabo de este ladrillo, sólo me quedan por añadir dos palabras: "carpe diem". Aprovechad cada día, no porque estéis viviendo un momento fugaz que hay que saborear como si la vida se acabase con la aparición de las primeras canas, sino porque empieza para vosotros una etapa maravillosa de la vida que dará lugar a otras aún mejores. No estáis arrastrados por un río, sino que estáis escalando una montana. Hay quien considera que el "carpe diem" es parar a ver el paisaje cuando uno apenas ha empezado el ascenso, pero lo que de verdad da sentido a ese trayecto es llegar algún día a la cima. Felices vacaciones estivales a todos los estudiantes.