La invasión rusa ha distorsionado el mapa político como ya ocurrió en 1939

El dilema que el putinismo ha creado en la derecha y en la izquierda occidentales

Si los atentados del 11-S fueron el punto de partida de una etapa en la historia occidental, la invasión rusa de Ucrania ha sido el inicio de otra etapa distinta.

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Las divergencias que han surgido en la izquierda y en la derecha

En esta nueva etapa, el mapa político occidental ha quedado distorsionado por una grieta que ha abierto el putinismo. Esa grieta se está observando estos días tanto en la izquierda como en la derecha y está creando disputas internas en ambas. Unas divergencias que deben animarnos a hacer una seria reflexión sobre nuestra propia actitud ante la democracia.

En la izquierda se ha visto a los socialdemócratas y liberal-progresistas alineándose con Ucrania, apoyando el Derecho internacional frente a una invasión totalmente injustificada. Por el contrario, las dictaduras comunistas han apoyado a Rusia, movidas por sus alianzas estratégicas con Rusia. También se ha visto a comunistas manifestándose contra la OTAN y predicando el derrotismo en Occidente, manifestando una sintonía que ya expresó la extrema izquierda hacia la Unión Soviética antes de su desaparición, y que ha seguido manifestando hacia dictaduras como Cuba y Venezuela en las últimas décadas.

En la derecha hemos visto a liberales, conservadores y democristianos apoyando a Ucrania, en sintonía con la posición adoptada por gobiernos de ideología tan diversa como Polonia, Hungría, República Checa y el Reino Unido. Sin embargo, una parte minoritaria de derecha se ha alineado con Rusia o ha adoptado una supuesta equidistancia que, en gran medida, pasa por dar por buena la propaganda del Kremlin. Entre estos últimos ha pesado especialmente la idea de que Putin es enemigo del aborto y de la ideología de género, a pesar de que su partido apoyó una ley abortista (y Rusia es hoy uno de los países con mayor porcentaje de abortos) y su régimen ha apoyado a partidos de ultraizquierda que promueven esa posiciones ideológicas en Occidente.

En 1939 ya ocurrió algo parecido tras la invasión de Polonia

Hay que decir que no es la primera vez que ocurre algo así en el mapa político occidental. El Pacto Ribbentrop-Molotov y la invasión de Polonia en 1939 ya crearon un dilema similar en la izquierda y la derecha de esa época. En aquel entonces, a diferencia de la posición adoptada por progresistas y socialistas, los comunistas apoyaron la invasión obedeciendo las consignas de Moscú (con excepciones como los trotskistas) e incluso boicotearon en Francia el esfuerzo bélico contra la invasión alemana, a izquierda socialdemócrata, llegando a atacar a los exiliados españoles que querían combatir contra los alemanes.

Entre la derecha también hubo aliadófilos y germanófilos, unas posiciones que se adoptaban a menudo por cuestiones ideológicas: la derecha liberal era más propensa a alinearse con los Aliados, mientras que entre la derecha antiliberal hubo más muestras de simpatía hacia Alemania.

Entonces, como ahora, la invasión de Polonia coincidió con un momento de crisis en las democracias, entonces provocado por la grave depresión económica que se había iniciado diez años antes. Esa crisis sirvió de impulso a los movimientos totalitarios, que captaron muchos apoyos tanto en la izquierda como en la derecha.

El ejemplo del Armia Krajowa en Polonia

Al estallar la contienda, y ante la amenaza que suponía el nazismo, hubo personas de distintas que dejaron a un lado sus diferencias. Un ejemplo de ello, ya en 1939, fue la resistencia polaca, en la que se dieron cita conservadores, democristianos, liberales, progresistas y socialistas, que acabaron confluyendo en el Armia Krajowa, la mayor organización de resistencia de la Segunda Guerra Mundial. Los comunistas no se unieron a la resistencia hasta que Alemania invadió la URSS en junio de 1941, ni en Polonia ni en la mayoría de los países ocupados por los alemanes (ya hablé aquí sobre ello, en el punto 15).

¿La derecha ha abrazo a Soros y la izquierda a la OTAN?

Entonces, como ahora, las democracias occidentales estaban muy lejos de ser perfectas, pero la alternativa -el nazismo y el comunismo- era mucho peor. Ahora nos hallamos en una situación políticamente parecida, salvando las distancias. Algunas personas de derechas que simpatizan con Putin se están dedicando a atacar a las personas de derechas que apoyamos a Ucrania, acusándonos de tener afinidad con Soros, con el globalismo o con la izquierda progre. En la izquierda pasa algo similar, con una izquierda progresista y socialdemócrata partidaria de apoyar a Ucrania, que es acusada por los comunistas de hacerle el juego a la OTAN y a EEUU.

La invasión de Ucrania no servirá para disolver las diferencias ideológicas que hay entre la derecha y la izquierda, pero sí nos debe hacer meditar con qué clase de aliados debemos contar a la hora de defender nuestros planteamientos. La izquierda progresista o socialista tiene cada vez más difícil justificar sus alianzas con una extrema izquierda que actúa como una quintacolumnista de Putin, un dictador mesiánico que se mueve por un concepto ultranacionalista de Rusia.

En cuanto a la derecha, quienes somos cristianos y providas no podemos sentir sintonía con quienes apoyan a un admirador de Stalin que está masacrando a civiles, niños incluidos, en Ucrania. La tradicional doctrina católica sobre la legítima defensa y la guerra justa está en las antípodas de la invasión rusa y de los crímenes de guerra que está cometiendo Rusia contra el pueblo ucraniano. Desde una óptica liberal también resulta incomprensible cualquier simpatía con alguien que gobierna en un régimen autoritario que pisotea la libertad encarcelando masivamente a todos los que protestan contra la guerra.

Un dilema entre la democracia y la tiranía

Quienes intentan convencernos de que invasores e invadidos son igual de malos, o que las democracias occidentales con equiparables con el régimen de Putin, lo que están haciendo es un ejercicio de equidistancia insostenible para cualquier demócrata y para cualquier persona que defienda la vida y la libertad. Por muy defectuosas que sean las democracias occidentales, la dictadura que ha instaurado Putin en Rusia es mucho peor, y la invasión de Ucrania es una amenaza para todo Occidente, sobre todo desde el mismo momento en el que Putin amenazó con utilizar armas nucleares.

Pero si la equidistancia es ya insostenible, ponerse del lado de Putin es elegir el peor extremo posible del mapa político: el que considera que la tiranía y el crimen son herramientas válidas para obtener más poder. Al elegir esa posición no somos los demás los que abrazamos a Soros, al globalismo, a la OTAN o a EEUU. Nosotros seguimos donde estábamos: del lado de la democracia. Aunque eso sea de las pocas cosas que podemos tener en común con personas de otras ideologías que también están apoyando a Ucrania, es mucho más preferible estar de ese lado que estar del lado de un tirano y criminal como Putin, como en su momento también lo fue preferible compartir trinchera con liberales, socialistas o conservadores para luchar contra Hitler.

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Comentarios:

  1. wladimir

    es cierto…

    La invasión rusa de Putin a Ucrania ha distorsionado el mapa político como ya ocurrió en 1939 durante la invasion Nazi-Sovietica en Polonia…y me pregunto ahora…

    que va a suceder de aqui en adelante…O estas con Putin o estas en su contra…pues esta es la nueva confrontacion entre la libertad y la opresion,la democracia contra la dictadura…

    y los que estan con la democracia y la autentica libertad…por supuesto estan en contra de Putin y su regimen…

  2. Teros

    Que ha creado una nueva tendencia es evidente

    La pregunta es para mejor? o para peor?…el tiempo lo dira.

  3. Lunaa

    De acuerdo con gran parte del artículo pero quiero hacer una puntualización. Donde dices «nosotros seguimos donde estábamos: del lado de la democracia», dices si sois «vosotros». Yo (no quiero construir un «nosotros» por mi parte) sigo del lado del bien, que está en contra del mal.

    La democracia fue eso que sirvió para llevar a Hitler al poder entre todos esos episodios que la historia ha llamado «la ergástula» del partido nazi, es aquella frase de «soltad a Barrabás, a Ése crucificadlo», el voto de que Dios no existe o el privilegio de muy pocos boni homini en la antigua Roma. Quiero decir con esto que ni es infalible, ni es sagrada ni debemos sacralizarla, menos en un momento en que se está equiparando tan peligrosamente con la república con la intención de traernos una tercera. Y fue la democracia quien puso a Putin al mando, «digamos también» que a Lukaschenko en Bielorrusia de forma reiterada.

    No es una ideología muy firme aquella que alza en su escala de valores el medio en que éstos cambien de la noche a la mañana por un sistema de gobierno, creo que en el ideario personal tiene mayor importancia la decisión de buscar el bien. Dejemos por tanto la democracia en lo que es: un sistema electivo y no una virtud. Gracia me hacía cuando las hordas puigdemoníacas pedían «democracia» para un referéndum ilegal y hubo que recurrir al término «constitucionalistas» para aludir a los que estábamos en contra de semejante pucherazo.

    Por aquí ha salido con frecuencia el tema de las palabras-policía y veo que hemos asimilado algunas como árboles que no nos dejan ver el bosque. Todo esto aparece porque en el mundo moderno tiene que mucho que ver lo que pensamos con el temor a lo que puedan pensar de nosotros, nos perdemos en encajes de bolillos y con esto perdemos la rectitud.

  4. Luna, la democracia no se limita a elegir a un gobierno cada 4 años. También implica el respeto por los derechos fundamentales y la separación de poderes, algo que Hitler liquidó en cuanto se hizo con el poder, y que Putin está liquidando también.

    En cuanto a lo de Barrabás, eso no fue ni siquiera un ejemplo de democracia, sino de tramposo asamblearismo. Eso que tanto les gusta a los comunistas.

    Yo no sacralizo la democracia. Creo, de hecho, que es el peor sistema político que existe, con la excepción de todos los demás. Es, en todo caso, el sistema que ha demostrado ser más eficaz para no acabar matándonos los unos a los otros por nuestras diferencias políticas. Si eso te parece «modernismo», entonces te preguntaré: ¿qué alternativa propones? ¿El regreso de las monarquías predemocráticas que proponen algunos? Eso no me parece realista, y desde luego no estoy dispuesto a apoyarlo.

    Para terminar, si me preguntas mi ideología te diré que soy liberal-conservador. La democracia es el tipo de sistema político que apoyo, no mi ideología. Y por lo demás, creo que a la hora de valorar las bondades o defectos de un sistema político no se ha de tener en cuenta lo que salió mal como si siempre hubiese ocurrido así. El caso de la Alemania nazi es algo excepcional en un país democrático. En todo caso, la alternativa a la democracia es una dictadura, y en este tipo de régimen sí que se han cometido muchos abusos y atrocidades, y no de forma excepcional.

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