Antiglobalismo: el riesgo de que se repita la trampa del antifascismo y el anticomunismo

Elentir EN Mié 14·9·2022 · 7:00 4

Como ya se habrán dado cuenta los lectores de Contando Estrelas, en estas páginas casi nunca utilizo una palabra que hoy en día es muy habitual: "globalismo".

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¿Qué es el globalismo?

Si no la uso es por una sencilla razón: me gusta ser muy preciso a la hora de escribir, y el término "globalismo" creo que adolece de una cierta imprecisión. De hecho, algunos lo usan para alertar contra la acumulación de poder en organismos internacionales y contra los intentos de disolver la soberanía nacional en favor de organizaciones supranacionales como la Unión Europea. Hasta ahí estoy de acuerdo en la crítica. El problema llega cuando el término "globalismo" se utiliza para otras cosas, como rechazar la mera existencia de organizaciones internacionales (que no es algo malo en sí) o la globalización económica que nos permite comerciar con países de todo el mundo.

El antiglobalismo y su instrumentalización por el eurasianismo

Pero no pretendo convertir esta entrada en una tesis sobre qué es el globalismo, sino reflexionar sobre el llamado "antiglobalismo". Con este término opuesto nos encontramos con la misma imprecisión que con el original. Esa palabra se usa, muchas veces, para calificar a aquellas opciones políticas -no sólo de derechas- que se oponen al globalismo. En ese "anti" caben conservadores, liberales, comunistas y fascistas, según cómo defina cada uno el antiglobalismo.

El riesgo es que se quiera utilizar ese "anti" para causas nada inocentes. Hace unas semanas vimos aquí un ejemplo, cuando advertí que la fallecida Daria Dugina justificó la invasión rusa de Ucrania como un "choque" de civilizaciones entre el "globalismo" y el "eurasianismo", nombre que recibe la ecléctica ideología antiliberal y anticatólica de Aleksandr Dugin, que mezcla ingredientes del esoterismo, el nacionalismo ruso, el comunismo y el fascismo.

Estoy encontrando con demasiada frecuencia a partidarios de Dugin y de Putin que te señalan como "globalista" si rechazas la invasión rusa de Ucrania y te niegas a aplaudir las atrocidades cometidas por los invasores. No es la primera vez que se intenta manipular a la gente con "antis". Eso ya ocurrió hace muchos años, y lamentablemente, mucha gente está cayendo de nuevo en esa trampa.

El precedente de la instrumentalización del antifascismo y del anticomunismo

Hace cuatro años ya repasé aquí el origen del término "antifascismo" y cómo fue utilizado por el comunismo soviético a modo de disfraz, incluso para criminalizar a los socialdemócratas (calificándolos como "social fascistas") por no pasar por el aro de Stalin. Ese disfraz tenía el propósito de ocultar el denominador común del comunismo y del fascismo: su condición de ideologías totalitarias. El disfraz no duró mucho tiempo: unos pocos años después de empezar a usar el "antifascismo" como reclamo, Stalin se alió con Hitler para invadir Polonia, un país democrático y mayoritariamente católico.

Sólo dos años después se repitió el truco: la Alemania nazi utilizó el "anticomunismo" como bandera de enganche después de su invasión de la URSS en junio 1941. Y fue una bandera tan eficaz como lo había sido el "antifascismo" para los comunistas. Alemania logró movilizar a muchos voluntarios de diversos países (entre ellos España) para luchar contra la Rusia comunista, mientras en la retaguardia los alemanes cometían toda clase de atrocidades.

Hay que decir que si hoy en día el anticomunismo no tiene las connotaciones del antifascismo es por la división en bloques de la Guerra Fría, que partió a Europa entre los países democráticos y las dictaduras comunistas hasta 1989. Recordemos, además, que el comunismo tuvo la desfachatez de llamar "Muro de Protección Antifascista" al Muro de Berlín, creado para convertir a un país entero en una prisión en la que muchos fueron asesinados por intentar huir.

El antiglobalismo y el putinismo

Es por cosas así por lo que siempre me tomo con prudencia los "antis". Que alguien se diga antiglobalista, anticomunista o antifascista no me dice nada, si no me explica qué es lo que pretende oponer al globalismo, al comunismo o al fascismo. Porque si su alternativa es igual de mala, ese "anti" no es más que una trampa. Esa trampa es muy evidente cuando, como ocurre en algunos casos, quienes pretenden dividirnos en "globalistas" y "antiglobalistas" son partidarios de la Rusia de Putin. Y desde luego, si definimos el globalismo como la disolución de la soberanía nacional, entonces el putinismo es su versión más violenta: basta con ver lo que está haciendo con la soberanía nacional de Ucrania.

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Foto: Fabian Bimmer / Reuters. Una manifestración prorrusa en Hannover, Alemania.