La infamia que sería abandonar a Ucrania y los efectos que podría tener su derrota

Elentir EN Sáb 16·12·2023 · 7:03 3

Aún no se han cumplido dos años del inicio de la invasión rusa de Ucrania y ya tenemos algunos signos alarmantes en Occidente.

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La pugna política en EEUU y sus efectos para Ucrania

Hace unos días, el presidente ucraniano visitó EEUU en un viaje frustado para pedir más ayuda para hacer frente a Rusia. Su petición se encontró con una pelea política entre demócratas y republicanos en torno a cuestiones fronterizas, frente a las cuales la guerra en Ucrania parece haber pasado a un segundo plano, en parte a causa de las posiciones que han tomado algunos políticos republicanos, que llevan tiempo mostrándose partidarios de desentenderse de esa guerra.

Ayudar a Ucrania es una cuestión de principios

No sería la primera vez que una parte de la derecha estadounidense adoptase esa posición. Ya ocurrió al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis y sus aliados se aprovecharon de la política de no intervencionismo promovida por algunos políticos republicanos. EEUU debería haber aprendido de aquella experiencia y de hechos posteriores, pues la tardanza en tomar parte en aquella guerra acabó beneficiando al Eje y facilitando el genocidio cometido por los nazis.

Yo no soy de izquierdas. Me duele especialmente que haya gente de derechas cediendo ante la propaganda rusa porque sus posiciones ideológicas son afines a las mías, pero en esta cuestión no podemos estar de acuerdo. Putin es una amenaza para la seguridad del mundo libre igual que lo fue Hitler y la preocupación de los dos grandes partidos de EEUU debería ser ponerse de acuerdo para parar los pies al dictador ruso. La razón máxima a invocar en este caso es puramente moral: Ucrania lucha por su libertad y su independencia frente a un tirano y darles la espalda a los ucranianos sería una infamia, sólo comparable a darles la espalda a quienes luchaban contra la tiranía de Hitler.

Los efectos que una derrota de Ucrania tendría para Occidente

Pero si los principios ya no importan, si nuestra defensa de la libertad y de la soberanía nacional es mera retórica y queda subordinada a un egoísmo nacional, confundido con el patriotismo con demasiada frecuencia, al menos deberíamos pensar en los efectos que podría tener para Occidente una derrota de Ucrania. Si ese país es conquistado por Rusia, si Putin llega a las fronteras de Polonia y Rumanía, tendremos al enemigo en nuestras puertas y alentado a volver a atacar ante el éxito de su agresión contra Ucrania.

Pensemos, por otra parte, en el mensaje que lanzaríamos a nuestros aliados. Abandonar a Ucrania ahora, cuando nuestra implicación en esta guerra se limita a proporcionar ayuda militar sin enviar ni un solo soldado, animaría a Rusia a pensar que la OTAN nunca iría a una guerra si el próximo invadido fuera alguno de sus miembros más pequeños, como Estonia, Letonia o Lituania. Putin incluso podría pensar que muchos ciudadanos de la UE y de EEUU nunca apoyaría ir a una guerra en caso de que Rusia invadiese países más grandes como Finlandia o Polonia, países que para muchos quedan muy lejos no sólo en términos geográficos, sino también en términos de solidaridad entre aliados.

Los efectos en Asia, África y Sudamérica y sus repercusiones

Más allá de las consecuencias que pueda tener una derrota ucraniana de cara nuevas invasiones, una Rusia fortalecida por una victoria en Ucrania podría iniciar nuevas vías de conflicto en Asia, África y Sudamérica. Putin ya tiene entre sus aliados a buena parte de los países americanos que tienen gobiernos de extrema izquierda. En África, la influencia rusa ha crecido cada vez más, incrementando el riesgo de que las marionetas de Rusia en ese continente puedan utilizar la inmigración como un arma geopolítica, como viene haciendo Putin con su títere Aleksandr Lukashenko en Bielorrusia, lanzando constantes oleadas de inmigrantes ilegales contra Polonia y Lituania.

Una Rusia fortalecida y ya con una gran presencia en África podría crear un conflicto parecido en tres países del sur de Europa: España, Italia y Grecia, donde la inmigración ilegal procedente de África y de Oriente Medio es ya un problema grave de seguridad. Ahora mismo, los esfuerzos de la UE por contener el yihadismo en el Sahel se están viniendo abajo en Mali a causa precisamente de la presión rusa, y los problemas causados por los agentes de Putin en esa región acabarán llegando a las costas europeas en forma de inmigrantes ilegales.

«Con los criminales no se negocia, hay que combatir a los criminales»

Desde hace tiempo, una parte de la derecha ha incurrido en el error de creer que lo que ocurre en Ucrania no es nuestro problema: por supuesto que lo es. El pueblo ucraniano está resistiendo heroicamente contra una potencia que no sólo es una amenaza para su país, sino para todo Occidente. Una Rusia fuerte tendría Europa a sus pies y podría generar una perniciosa inestabilidad, especialmente recurriendo a sus títeres políticos de la extrema izquierda.

Pero los tontos útiles de Putin son menos numerosos y menos peligrosos que los políticos centristas y progresistas que ya facilitaron las cosas a Putin antes de la invasión de Ucrania, como señaló el entonces primer ministro polaco Mateusz Morawiecki el año pasado, reprochando a Alemania y a Francia su afán por negociar con Putin: "con los criminales no se negocia, hay que combatir a los criminales", afirmó Morawiecki, y añadió: "¿Negociarías con Hitler, con Stalin, con Pol Pot?" Deberíamos tener sus palabras bien grabadas en la memoria.

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Imagen: UP9 / Wikimedia.