Un repaso al absurdo y a la irracionalidad en que ha caído ese señalamiento

Los motivos mutantes por los que hoy puedes ser señalado como un fascista por la izquierda

Hubo un tiempo en el que parecía relativamente fácil identificar a un fascista. O al menos eso creíamos. Ahora es cada vez más difícil.

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Hace mucho tiempo, un fascista era alguien que defendía una dictadura, hacía el saludo romano y exhibía un discurso que era una mezcla de nacionalismo y de socialismo (de hecho, el fascismo alemán se llamó "nacional-socialismo" por algo). Sin embargo, hoy la acusación de ser de "extrema derecha" se ha convertido en algo mutante, hasta tal punto que es muy posible que hoy seas considerado un demócrata y mañana un fascista sin haber variado ninguna de tus opiniones.

Si el machismo es de izquierdas, rechazarlo te hace fascista

Veamos algunos ejemplos. Uno de los ingredientes habituales para ser señalado como fascista era ser un machista. Se suponía que el fascismo era una ideología que quería discriminar a las mujeres, o eso decía la izquierda. Sin embargo, hace unos días, el socialista Pedro Sánchez asociaba ser "facha" con el hecho de que no te gusta una canción calificada como "machista" por organizaciones feministas: "a mí me gusta más este tipo de canciones", dijo el presidente del gobierno español. Así que no hay más que hablar: si a un político de izquierdas le gusta una canción machista, los fascistas son aquellos a los que no les gusta la canción, empezando por muchas feministas de izquierdas.

Rechazar la inmigración masiva, no pero sí

Otro ejemplo más. Desde hace algunos años, eras señalado como fascista si pensabas que no se puede permitir una inmigración masiva. A ese calificativo, la izquierda solíua añadir otros como racista y xenófobo. Sin embargo, hace unos meses el gobierno izquierdista alemán propuso limitar la inmigración y acelerar las deportaciones de inmigrantes ilegales. Así que ahora sólo eres fascista si defiendes eso mismo pero no eres un socialista alemán, cabe deducir.

Cuando lo fascista no es reprimir sino protestar

Por otra parte, la izquierda también ha asociado el fascismo con la represión a las protestas laborales, especialmente las de aquellos que hacen los trabajos más duros e ingratos. Sin embargo, ayer TVE, canal controlado por el gobierno izquierdista de Sánchez, vinculó a los agricultores con la "extrema derecha" por protestar contra unas normas cada vez más abusivas y contra la competencia desleal que está arruinando nuestro sector primario. Así que ahora lo fascista no es reprimir, sino protestar, porque gobierna la izquiersa y se supone que lo que debes hacer es callarte y obedecer.

Mandela era fascista y el Apartheid era progresista

Así mismo, el régimen racista del Apartheid en Sudáfrica ha sido asociado muchas veces con el fascismo, por su trato discriminatorio hacia la población negra de ese país. Sin embargo, con mucha frecuencia la izquierda española tacha como fascistas a los que defienden la libertad lingüística, que es lo mismo que estableció el izquierdista Nelson Mandela en Sudáfrica tras la caída del régimen del Apartheid. Así pues, si viviese hoy y pidiese lo mismo para Cataluña, ahora el fascista sería Mandela porque su modelo lingüístico era de libertad de elección, algo que no admiten la izquierda y sus aliados separatistas, que consideran que lo democrático es la imposición de una lengua.

Antisemitismo, el nuevo antifascismo

Otro elemento que era asociado mucho con el fascismo clásico era el antisemitismo, sobre todo con el nazismo, que perpetró un colosal genocidio contra el pueblo judío. Sin embargo, hoy gran parte de la izquierda exhibe un antisemitismo atroz, que concetra su odio al pueblo judío en el Estado de Israel. Ese odio se disfraza como "antisionismo" para que suene menos mal, pero al final es la misma basura antisemita de siempre, con la diferencia de que ahora el antisemitismo lo alimenta la izquierda.

Rechazar los privilegios penales, cosa de fascistas

Finalmente, antes de las elecciones generales de julio de 2023, en España lo democrático era creer que una amnistía era incompatible con la Constitución, porque es inaceptable que se viole la igualdad de todos ante la ley para conceder privilegios penales a algunos. Eso cambió cuando Sánchez necesitó el apoyo de los separatistas que le exigían una amnistía, unos separatistas que han sido condenados por delitos muy graves, incluidos delitos de corrupción, y que en algunos casos están siendo investigados por terrorismo. Ahora te llaman fascista si rechazas esos privilegios y defiendes la igualdad ante la ley , porque eso está en contra de los intereses de la izquierda.

Sólo hay una norma para no ser fascista: obedece a la izquierda

Hace ya muchos años que el fascismo clásico desapareció, felizmente derrotado en la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día el fascismo es un fenómeno residual y que se limita a grupos extraparlamentarios. Hoy lo que se etiqueta como "fascismo" es todo aquello que incomoda a la izquierda, aunque sea plenamente democrático y aunque lo realmente contrario a las libertades y a los derechos humanos sea precisamente lo que la izquierda defienden.

Básicamente, hoy para no ser tachado de "fascista" tienes que hacer cada día lo que te diga la izquierda, aunque eso implique cambios de opinión repentinos e inexplicables y asumir planteamientos absurdos, irracionales y que no tienen encaje en una sociedad democrática. En estas condiciones, es normal que a cada vez más gente le importe poco ser acusada de "fascista" por una izquierda estúpida, irracional e intolerante, que sólo utiliza ese adjetivo para señalar, silenciar y criminalizar a todos los que le llevan la contraria.

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Imagen: fotograma de 'La invasión de los ultracuerpos' (1978).

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Comentarios:

  1. wladimir

    en vedad los socialistas han caido en niveles ridiculos..

    al calificar a todos los que no comparten con el Regimen de Fachas….

    Los agricultores son fachas, según CCOO y las terminales mediáticas de Pedro Sánchez. Allí se han juntado con los jueces, los fiscales de la Sala del Supremo, los periodistas de los medios críticos y las socialistas a las que no les gusta «Zorra» y que, según el presidente, deben preferir el ‘Cara al Sol’

    Los agricultores han sido los últimos –de momento- en ser incluidos en la ‘fachosfera’: ya saben, esa gracieta que se inventó Pablo Iglesias cuando aún era alguien y que ahora repite Pedro Sánchez para intentar demonizar a quien no le ríe las gracias y no le baila el agua en la estrategia de colocar, al otro lado del muro, a esa más de media España que ya no soporta sus mentiras –perdón, cambios de opinión- ni sus movibles líneas rojas que sirven para cambiar las leyes a su antojo y señalar como facha a jueces, periodistas, empresarios y todo aquél que proteste.

    Ahora, además, y como protestan, son incluidos en la ‘fachosfera’ de Pedro Sánchez, esa en la que cabemos todos salvo –curiosamente- uno de los personajes más de derechas y supremacistas de la política española: Carles Puigdemont.

    Los medios de comunicación adeptos replican que los agricultores son manejados por SOS Rural, una plataforma que nació ligada a los agricultores del Mar Menor y que, ¡cómo se atreven!, sus portavoces retuitean y dan me gustan a Tuits de Vox. Por si esta ‘prueba’ fuera poca para mandarles a la ‘fachosfera’, los sindicatos de clase –CCOO y UGT- se han desligado de la protesta. Incluso, el secretario general de CCOO, Unai Sordo, con el riñón cubierto con sus 55.800 euros más gastos de sueldo al año, asegura que quienes se manifiestan «no son trabajadores, son empresarios del campo» porque son autónomos.

    Aquí, en la ‘fachosfera’, estamos cada vez más apretados: fiscales, jueces, periodistas, agricultores… También Susana Díaz o Elena Valenciano o la asociación contra el Borrado de la Mujer, socialistas a quienes no les gusta la “Zorra” de Eurovisión

    Como última prueba de que la ultraderecha –y no el abandono de los políticos, los empresarios y Europa- mueve los hilos de la protesta de los agricultores, aseguran que Solidaridad –el sindicato afín a Vox- es quien aglutina a la mayoría de ellos. Algo que no debería sorprender si Vox ha basado la fuerza de sus resultados en atender al mundo rural y de la caza, estigmatizado por los partidos tradicionales –PP y PSOE-, abandonado por los sindicatos de clase y directamente perseguido por los Podemos, la IU de Garzón el del chuletón y demás izquierda radical.

    Con estos mimbres, ¿a alguien le extraña que los agricultores que protestan acaben incluidos en la ‘fachosfera’ de Sánchez y sus satélites mediáticos y sindicales? Allí no estarán solos: los fiscales acaban de entrar tras el varapalo al fiscal del Supremo y su decisión por 11 votos a 4 de que se procese a Puigdemont por terrorismo. Aquí, en la ‘fachosfera’, estamos cada vez más apretados: fiscales, jueces, periodistas, agricultores…

    ‘. Lo dicho: dentro no cabe un facha más ni tampoco un tonto fuera.

  2. Berto

    Con el tiempo he depurado mi respuesta a quien me llame fascista, porque no solo en Internet, en la calle digo sin ningún problema que voto a VOX. Si me tildan de fascista, homófobo, misógino, racista, xenófobo o cualquier otra lindeza, ahora respondo más o menos así.

    «No soy nada de lo que me dices, simplemente no soy un izquierdista que no cree en la libertad. Trato a todos por igual y no quiero discriminaciones positivas ni que me falte la presunción de inocencia por ser hombre. No me importa el color de la piel ni la orientación sexual, tampoco quiero que me impongan nada. Detesto el globalismo y la hipocresía de la izquierda. Quiero inmigración legal y que vengan a trabajar, no a vivir de nuestros impuestos.»

    Dependiendo de la conversación digo todo eso o me quedo con la parte que corresponda aclarar.

    Básicamente les digo que la izquierda es restricción continua y control sobre la ciudadanía.

  3. Spock

    Una lavadora tiene una actitud (¡y una conversación!) más racional que estos totalitarios cerriles.

    Al insulto ‘fascista’ sólo se puede responder con ’rebuznó el comunista’, a ‘facha’ con ‘eructó la mamarracha’, etc.

    Es el único idioma que entienden y no merecen más porque han elegido ser personas tóxicas, cuando no decididamente enemigos públicos.

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