«El aborto, que destruye la vida humana existente, es un crimen abominable»

Unas reflexiones de San Juan Pablo II sobre el aborto y la defensa de la vida

El 2 de abril de 2005, San Juan Pablo II partía hacia la Casa del Padre. Culminaba así un pontificado que se destacó por su defensa de la vida.

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El Papa polaco hizo frente a una de las mayores lacras de nuestro tiempo: la aceptación social del aborto, es decir, del acto de matar a los seres humanos más inocentes e indefensos. En este aniversario de la muerte de Karol Wojtyła, quiero recordar algunas de sus reflexiones sobre el aborto y la defensa de la vida humana:

"Hay que volver a considerar la familia como el santuario de la vida. En efecto, es sagrada: es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida". (Carta Encíclica Centesimus Annus. 1 de mayo de 1991. Fuente)

"El aborto, que destruye la vida humana existente, es un crimen abominable, y no puede aceptarse nunca como método de planificación familiar, como reconoció unánimemente la Conferencia internacional de las Naciones Unidas sobre la población, celebrada en la ciudad de México en 1984". (Carta a la secretaria general de la conferencia internacional de la ONU sobre la población y el desarrollo, 18 de marzo de 1994. Fuente).

"El Concilio no dudó en calificar el aborto como «crimen abominable» (Gaudium et spes, 51). Ese juicio tan severo no sólo se funda en la palabra de la Revelación sino también en la de la razón del hombre. Incluso la ciencia confirma hoy el carácter humano del embrión, asegurándonos que, desde su concepción, es un ser original y biológicamente autónomo, dotado de un proyecto interno que se va actuando sin solución de continuidad, hasta alcanzar la madurez de su desarrollo. Precisamente por eso, vale para el embrión, lo mismo que para las personas ya nacidas, el mandamiento de Dios: No matar". (Palabras con motivo del Ángelus el 7 de agosto de 1994. Fuente).

"Los diagnósticos prenatales, que no presentan dificultades morales si se realizan para determinar eventuales cuidados necesarios para el niño aún no nacido, con mucha frecuencia son ocasión para proponer o practicar el aborto. Es el aborto eugenésico, cuya legitimación en la opinión pública procede de una mentalidad —equivocadamente considerada acorde con las exigencias de la «terapéutica»— que acoge la vida sólo en determinadas condiciones, rechazando la limitación, la minusvalidez, la enfermedad.

Siguiendo esta misma lógica, se ha llegado a negar los cuidados ordinarios más elementales, y hasta la alimentación, a niños nacidos con graves deficiencias o enfermedades. Además, el panorama actual resulta aún más desconcertante debido a las propuestas, hechas en varios lugares, de legitimar, en la misma línea del derecho al aborto, incluso el infanticidio, retornando así a una época de barbarie que se creía superada para siempre". (Carta Encíclica Evangelium Vitae, 25 de marzo de 1995. Fuente).

"El XXV aniversario de la decisión que legalizó efectivamente en Estados Unidos el aborto solicitado constituye un llamamiento a los hombres de buena voluntad a reflexionar seriamente sobre las consecuencias devastadoras de ese paso. Ya es hora de comprometerse nuevamente en la construcción de una cultura de absoluto respeto a la vida, desde su concepción hasta su muerte natural.

Como ha mostrado la experiencia de estos veinticinco años, el aborto legalizado ha sido una fuerza destructora para la vida de numerosas personas, especialmente de mujeres que a menudo han tenido que afrontar solas el dolor y el remordimiento profundos que surgen después de la decisión de acabar con la vida de un niño por nacer. Pero la proliferación de abortos provocados también ha tenido efectos negativos en la sociedad en general, entre los que figuran en primer lugar la disminución del respeto a la vida de los ancianos y enfermos, y la degradación del sentido moral. Cuando la ley aprueba el asesinato de un inocente, se oscurece la distinción entre el bien y el mal, y la sociedad tiende a justificar incluso prácticas evidentemente inmorales, como el aborto de niños a punto de nacer.

Entre las graves amenazas contra la dignidad y la libertad humana representadas por el aborto, la eutanasia y otros crímenes contra el don de la vida que nos ha hecho Dios, un signo positivo de los tiempos es el hecho de que, gracias a los esfuerzos de un gran número de ciudadanos solícitos, se ha producido una movilización gradual de las conciencias en defensa de la vida. Como parte de esta gran afirmación del evangelio de la vida, os exhorto a proseguir vuestros meritorios esfuerzos para informar a la gente sobre el mal que representa el aborto, a brindar consejo, aliento y ayuda a las mujeres y familias que se encuentran en situaciones difíciles, y a seguir buscando la plena protección legal de los niños por nacer". (Carta al arzobispo de Boston, 29 diciembre de 1997. Fuente).

"No puede haber auténtica paz sin respeto de la vida, especialmente de la inocente e indefensa como la de los niños por nacer. Una coherencia elemental exige que quien busca la paz defienda la vida. Ninguna acción en favor de la paz puede ser eficaz si no se opone con la misma fuerza a los ataques contra la vida en todas sus fases, desde su nacimiento hasta su ocaso natural". (Discurso a una delegación del movimiento italiano por la vida, 22 de mayo de 2003. Fuente).

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Comentarios:

  1. Alberto

    Ningún hombre tendría el valor para matar a otro hombre. El Estado con sus leyes abortistas aleja a los hombres de esa responsabilidad de soportar sobre sus espaldas el asesinato de un ser humano. Es el Estado el que crea el espejismo de que un feto no es un ser humano sino otra cosa y de esta manera la mujer consiente ser engañada porque necesita liberarse de su responsabilidad. Costó muchos años abolir la esclavitud pero se consiguió. Costará muchos años abolir el aborto, pero se conseguirá.

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