El cinismo de Pedro Sánchez: «la izquierda no es corrupta y la izquierda no roba»

Este miércoles, el gobierno izquierdista de Pedro Sánchez se vio sacudido por todas partes por sus escándalos de corrupción política.

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Sánchez viene utilizando la mentira con absoluto descaro en los siete años que lleva en el poder, pero ayer superó nuevas marcas de cinismo: "la izquierda no es corrupta y la izquierda no roba", afirmó airado, precisamente cuando su gobierno está pringado hasta la coronilla por la corrupción y se está dedicando a saquear a manos llenas el dinero de todos los españoles para pagar los favores políticos que ha prometido a sus aliados separaristas. Si eso no es robar, entonces ¿qué es?

La actitud de Sánchez no es nueva en la izquierda. Socialistas, progresistas y comunistas vienen presumiendo de ser moralmente superiores al resto de la sociedad, tratando a las personas de derechas como seres malvados por el mero hecho de tener ideas distintas a las de la izquierda, por el "crimen" de no suscribir los dogmas ideológicos de una izquierda cada vez más fanatizada.

Los ejemplos que desmontan esa superioridad moral son abundantes. Recordemos, por ejemplo, que hace cuatro años esa misma izquierda se negó a condenar los crímenes del comunismo en una escandalosa sesión en el Congreso que sirvió para blanquear crímenes de genocidio y contra los derechos humanos. Recordemos también, por si alguien ha olvidado algo tan grave, que el gobierno de Sánchez tiene como aliado a Bildu, un partido de ultraizquierda que se niega a condenar los 853 asesinatos de ETA, incluidos los asesinatos de 22 niños y bebés.

La firma ideológica de esos crímenes es inconfundible: ETA surgió de ultraizquierda y no ha sido la única de ese signo en España. Recordemos, sin ir más lejos, que la izquierda ha creado grupos terroristas como los GRAPO, el FRAP, Terra Lliure, Resistencia Galega, el EGPGC, Andecha Obrera y el Exèrcit Popular Català.

El terrorismo izquierdista no es algo reciente en España. En diciembre 1933 la izquierda descarriló varios trenes tras una victoria electoral de la derecha durante la Segunda República, asesinando a 23 personas y provocando decenas de heridos. En octubre de 1934 el PSOE encabezó un sangriento golpe de Estado contra un gobierno de centro-derecha: los golpistas asesinaron a 33 sacerdotes y religiosos y a 300 militares y miembros de las fuerzas del orden y destruyeron 17 iglesias, 40 edificios religiosos y docenas de fábricas, puentes, casas y edificios públicos. En 1936, pistoleros del PSOE asesinaron a un diputado de la oposición, José Calvo Sotelo, un crimen que provocó una Guerra Civil.

Sánchez miente, una vez más. La izquierda no sólo es corrupta y roba, sino que también ha demostrado ser capaz de matar por motivos políticos, y de hecho ha utilizado el asesinado a una escala colosal, como demuestran los más de 100 millones de muertos que dejó el comunismo (esos crímenes que el PSOE se negó a condenar en 2021).

La falsa superioridad moral que Sánchez mostró ayer no es más que un disfraz para ocultar lo que la izquierda es en realidad: un cúmulo de corrientes ideológicas que no ha tenido escrúpulos a la hora de considerar que todo vale contra sus rivales políticos. Esa falta de escrúpulos es la que Sánchez demuestra negándose a dimitir tras la imputación judicial de su esposa, su hermano, su fiscal general y su anterior ministro de confianza (Ábalos). Es el mismo Sánchez que en 2017 pidió la dimisión de Mariano Rajoy por el mero hecho de declarar como testigo en un juicio por corrupción.

Como ha quedado demostrado muchas veces, para la izquierda hay dos códigos morales: uno muy estricto, que aplica a los demás, y el "todo vale" que se aplica a sí misma. Esa doble moral es la que lleva a Sánchez a mentir con una absoluta desvergüenza y también es la que lleva a sus seguidores a disculpar todas esas mentiras, bajo la premisa de que no importan las maldades que la izquierda haga: para ella lo más importante es que no gobierne la derecha, aunque para ello haya que apoyar a una banda de políticos corruptos.

La izquierda no tiene ninguna autoridad para dar lecciones morales a nadie, y menos aún desde un gobierno sumido en la corrupción y cuyo presidente se niega a asumir responsabilidades por ello, dejando claro que está dispuesto a aferrarse al poder a cualquier precio, incluso volando las bases de nuestra democracia, como viene haciendo con sus ataques a la independencia judicial y a la libertad de prensa para que no sigan investigando la corrupción socialista.

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Foto: PSOE.