1808-2008: Madrid, una ciudad para la Libertad

Algún bloqueiro de los que tanto abundan en mi tierra me considerará un mal gallego por atreverme a titular así una entrada, pero creo que nunca hay mejor elogio hacia un lugar que el dirigido por quien no ha nacido ni vive en él. Yo nací en Vigo y he vivido siempre aquí, pero las cosas de la vida me han llevado a menudo por la capital de España, que en este año que acaba de comenzar celebra el bicentenario de una de sus gestas más gloriosas: el levantamiento popular del 2 de mayo contra los invasores franceses.
No es mi intención relatar aquí los hechos que rodearon aquella hazaña, pues son de sobra conocidos y yo nada puedo aportar al conocimiento de aquella Historia. Sí que puedo deciros lo que siente ante esta conmemoración un hijo de la ciudad de España que menos tiempo estuvo en poder de Napoleón (en Vigo celebraremos el bicentenario del alzamiento de la ciudad el año que viene). Aquí recordamos el levantamiento de nuestros antepasados sin la menor mención a España, y ocultando la bandera de nuestra nación como si aquello hubiese sido un motín bloqueiro, pero la Presidenta de la Comunidad de Madrid felicita el año nuevo a los vecinos de esa región recordando "el nacimiento de la conciencia de que España es una gran Nación de hombres libres e iguales que quieren ser dueños de su destino", como informa Libertad Digital.

Confieso que me corroe la envidia. Los gallegos nos estamos viendo abochornados por las ocurrencias nacionalistas del BNG: desde muñecas que hablan gallego, pasando por las tumbas en gallego, la obligación en las guarderías infantiles de memorizar un himno rencoroso que insulta a los que no comparten las tesis del nacionalismo aldeano, y así hasta llegar a la "galleguización" de las maternidades, entre otras muchas sandeces. Estos totalitarios, que son la fuerza menos votada en Galicia y no pasan de ser una minoría ruidosa, pretender conseguir que todos los gallegos que no pasamos por el estrecho aro del nacionalismo nos sintamos como extranjeros en nuestra propia tierra.

Esta usurpación de nuestras propias raíces, este sentirse un extraño en el sitio que nos vio nacer, cambia cuando uno baja del autobús o del avión y pisa las calles de Madrid. En Madrid nadie es un extraño, nadie es extranjero, no te obligan a hablar una lengua -es problema tuyo si quieres o no que te entiendan-, y tampoco te privilegian por poner la lápida de tus seres queridos en tal o cual idioma. Madrid no malgasta el dinero de sus contribuyentes en imponer una lengua a buena parte de sus ciudadanos. Madrid no obliga a nadie a educarse en el odio al extraño y al que piensa diferente. Para quienes vivimos bajo la amenaza del totalitarismo nacionalista, Madrid es una ciudad para la Libertad.

Por eso, y con el deseo de que mantengan muchos cientos de años más esa llama de la Libertad que prendieron los héroes del 2 de mayo, quiero felicitar a todos los madrileños en este año que empieza, que es, en cierto modo, "su año".

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