Madrid tendrá que padecer uno de los defectos de nuestro sistema político

La designación de Alberto Ruíz Gallardón como Ministro de Justicia -craso error de Rajoy, en mi opinión- va a dejar vacante la Alcaldía de Madrid, puesto que se dispone a ocupar Ana Botella sólo siete meses después de que los ciudadanos acudieran a las urnas para conformar el poder municipal, comicios en los que el PP presentó a Gallardón como aspirante a la alcaldía de la Villa y Corte. ¿Cómo explicar esta sustitución sin consultar a los ciudadanos?

La separación de poderes también incluye la del legislativo y el ejecutivo

Alguno alegará que la ley lo permite, y es cierto. Pero aunque sea perfectamente legal, esa sustitución sin pasar por las urnas es políticamente insostenible. Uno de los principios de las democracias contemporáneas es la separación de poderes, que se suele invocar con mucha frecuencia a la hora de criticar la falta de independencia de la justicia frente al poder político. Lo que casi siempre se olvida es que ese principio democrático también incluye la separación entre el poder ejecutivo y el poder legislativo, éste encargado de elaborar las leyes y fiscalizar al gobierno, y aquél encargado de aplicar las leyes y, básicamente, gobernar. Esta separación se da en otros países que, por ejemplo, celebran elecciones legislativas para elegir a los miembros del parlamento y elecciones ejecutivas o presidenciales para designar a la persona encargada de formar el gobierno.

El parlamento florero de las mayorías absolutas

En España, por el contrario, no hay una elección separada de los poderes ejecutivo y legislativo. Los ciudadanos acudimos a las urnas a votar unas listas cerradas por los partidos, y los parlamentarios o -en el caso que nos ocupa- concejales electos son, a su vez, los que deciden en votación quién es el que ha de gobernar. Esto ha llevado a nuestro país, por un lado, a una situación en la que el papel de los parlamentos puede llegar a ser meramente decorativo, de florero, cuando un partido gana unas elecciones por mayoría absoluta. Desde ese momento la función de control de la acción del gobierno que posee el parlamento se convierte en una mera e inútil exhibición oratoria sin ningún efecto práctico. Se trata, simplemente, de un costoso ejercicio del derecho al pataleo.

Gobernando una autonomía o una ciudad tras perder las elecciones

Pero en los casos en los que no ha habido mayorías absolutas se ha dado una situación aún más absurda: la idea de la democracia entendida como el gobierno de la mayoría se pervierte hasta convertirse en el gobierno de los partidos que perdieron las elecciones. Ejemplos los hay de distinto tipo. Sin ir más lejos, vivo en una ciudad, Vigo, donde gobierna en solitario el PSOE a pesar de que fue el PP el ganador de las elecciones locales. A los socialistas les bastó contar con el voto del segundo partido perdedor, el BNG, para soslayar el veredicto de las urnas. En el País Vasco en 2009 ocurrió otro tanto cuando el PSOE se hizo con el gobierno regional tras una victoria del PNV. En esa ocasión el apoyo del PP fue lo que permitió a los socialistas hacerse con el poder. ¿Qué habría ocurrido de haberse convocado unas elecciones presidenciales, incluso con el requisito de una segunda vuelta en caso de no obtener ningún candidato una mayoría suficiente? Ya sé que alguien alegará que lo ocurrido en el País Vasco ha servido para apartar al nacionalismo del poder. Cierto. Pero ¿es éste el mecanismo que mejor plasma los principios democráticos? ¿Cómo se explica, en términos democráticos, que Vigo y el País Vasco estén gobernados por un partido que perdió las elecciones?

Creo que estos problemas, que merman la representatividad de nuestras instituciones y fomentan su descrédito entre los españoles, no se resolverán hasta que haya un cambio en nuestro marco constitucional que asegure una clara separación de poderes, también entre el legislativo y el ejecutivo. El problema, claro está, es que hoy por hoy ese cambio depende de la misma clase política que con tanta frecuencia se beneficia de ese defecto de nuestro sistema político. De llevarse a cabo ese cambio sólo se logrará, me temo, por medio de una amplia campaña promovida desde la propia sociedad.

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(Foto: Efe)

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Comentarios:

  1. En una respuesta a alguien que le dijo a Rajoy después de su discurso de investidura, sobre si cambiaría el sistema de elecciones, éste respondio que «el que hay es democrático». Esta «democracia» que tenemos es lo que entiende Rajoy por libertad, es decir, que está convencido de que solo ellos y los otros tienen derecho a decidir quienes se alzarán a la poltrona, y los ciudadanos solo tenemos que darles el si o el no cada cuatro años.

    Esto es otra de las cuestiones que en nada se diferencian del totalitarismo del PSOE. El pensamiento único del PP y PSOE es que nadie más tiene derecho a elegir candidatos a gobernar, de ahí que las listas sean cerradas y no se permita rechistar al pueblo, ellos son los que mandan y punto.

    Con Gallardón, ya podemos olvidarnos de independencia judicial, y tambén de otras cosas como esta, que ayer dije y hoy lo confirman: http://www.esradio.fm/2011-12-22/pedraza-sobre-gallardon-no-confio-en-que-llegue-hasta-el-final-del-11-m-1276445040/

  2. Parece claro que, quien contribuyó con su voto al triunfo del Partido Popular en el Ayuntamiento de Madrid, quiso ver a Gallardón como alcalde, no como Ministro de Justicia. A partir de ahí, cualquier consideración razonable nos hará ver que, efectivamente, nuestro régimen democrático, tan imperfecto, permite despreciar olímpicamente los votos de los ciudadanos.

  3. Marketin

    La forma de asegurar la alcaldía de Madrid era presentando a Gallardón, aunque él (y el PP) ya sabía que iría en las listas al Congreso de los Diputados en las siguientes elecciones generales. En el fondo, lo que ha sucedido podría calificarse de fraude a los electores, pues estos han votado por un determinado candidato para alcalde y, ahora, otro ocupará ese cargo (porque así estaba planeado). Dudo mucho que Ana Botella, de haber sido cabeza de lista, hubiera obtenido el resultaldo de Gallardón.

    ¿Por qué finalmente no cumplió D. Alberto su ‘amenaza’ (berrinche de niño chico y malcriado) de abandonar la política cuando Rajoy no le incluyó en las listas para las elecciones de 2008?

  4. No estoy de acuerdo. ¿Qué propones, celebrar otra vez elecciones, para que se repita el resultado y suceda, al final, lo mismo? ¿Gastar más dinero en otra campaña y tener que soportar la escalada de memeces y demagogia de UPyD y demás partidos…?

  5. Lo que yo propongo, José María, es que los ciudadanos elijan directamente a la persona encargada de gobernar, ya sea en los ayuntamientos, las comunidades autónomas o La Moncloa. Puede que eso cueste dinero, sí, pero también lo cuestan las demás elecciones y nunca he visto a nadie proponer que deje de haberlas para ahorrar pasta.

  6. alex-

    He oido muchas críticas a Fernandez Diaz y no sé cuales son los motivos.¿Hay me los puede decir?.

  7. Soraya

    Para hacer lo que pretendes no sólo deberías cambiar la LOREG, sino la propia Constitución, y eso va a ser muy difícil. Aunque hay cosas que comparto de las que has puesto, otras no tanto; no gana o pierde un partido político, y consiguientemente, no tiene por qué gobernar aquel que venció en las urnas. Se trata de representar al pueblo, y si hay dos partidos que, aun no siendo los más votados, aúnan sus fuerzas y con eso consiguen tener más voz, pues me parece de lo más sensato porque precisamente de lo que se trata es de que cumplan con sus poderes de representación en proporción a los votos. Harina de otro costal sería hablar de si está bien o mal el sistema electoral español, pero creo que ese no es ahora el tema.

    Personalmente lo que no me convencen son las mayorías absolutas con independencia del color político. Cuando alguien tiene un poder semejante, realmente pasa lo que tú sostienes en tu artículo: no hay separación -ni si quiera disimulada- entre el ejecutivo y el legislativo. Una pena.

  8. El Tíol Bastón

    Yo creo que simplemente bastaría con que hubiera listas abiertas, en las que se votara directamente a las personas, no a los partidos. De este modo, Rajoy tendría un problema si quisiera quitar a Ruiz Gallardón de alcalde, por haber sido él el objeto de los votos de los madrileños. Ahora bien, cabe preguntarse si, en caso de haber habido listas abiertas en las votaciones a la alcaldía de Madrid, las habría ganado o no Ruiz Gallardón. En mi opinión, no: las habría ganado otra persona del PP, no él; pero esto es sólo mi opinión. Así que a lo mejor, precisamente Rajoy les está haciendo un servicio a los madrileños.

    Yo, personalmente, también votaría a Ana Botella. Me gusta Ana Botella. Se le pueden poner defectos, pero en este país todos los políticos los tienen, la mayoría mucho peores que ella. Ahora bien, que yo le votara a Ana Botella si fuera madrileño no deja de ser mi opinión personal, claro.

    Habrá que ver los madrileños lo que dicen; no ahora, puesto que es el momento en que los anti Gallardón, progres y anti peperos en general estarán atacando a los votantes del PP por haber votado a una persona por cuatro años a la que les quitan a los siete meses (y vuelta: como si en este país se votara a las personas, que a estas alturas de la película ya deberíamos habernos enterado de que, al ser listas cerradas, no se las vota a ellas, sino a los partidos y sus programas, que son los que deberían permanecer incólumes estuviera quien estuviera allí, así que no sé a santo de qué viene esta queja por el cambio de personal). Y también es el momento en que los votantes no avisados, que todavía se creen que votan a las personas, están enrabietados por haberlo hecho en la del Sr Gallardón.

    Pero yo creo que la mayoría de los madrileños saben qué votan, y votaron al PP y a su equipo en general, y los demás se irán enterando poco a poco, cuando Ana Botella (o quien sea que suceda a Gallardón) siga haciendo las cosas en la misma línea, así que esto no va a afectar en mucho la vida en el ayuntamiento de la capital. Si acaso, seguirá habiendo más o menos las mismas de cal y de arena.

  9. Soraya, precisamente en el último párrafo de esta entrada hablo de «un cambio en nuestro marco constitucional», porque eso es lo que haría falta.

    En cuanto a lo otro que comentas, no entiendo que la mejor forma de representar al pueblo sea que gobierne el segundo partido más votado (como ocurre en el País Vasco o en Vigo) o incluso los cinco partidos perdedores de las elecciones, como ha llegado a ocurrir en Baleares tras una victoria del PP por mayoría relativa. En este último caso, igual que en Galicia cuando el PSOE se aliaba con el BNG para gobernar, lo que se produjo fue un totum revolutum con un solo propósito político: que no gobernase el PP. Se unieron en ese empeño partidos de muy diversa ideología. La pregunta ante un fenómeno así es obvia: si esos partidos se hubiesen presentado en coalición, ¿habrían obtenido los resultados que obtuvieron? ¿Hasta qué punto estos apaños son un fraude a los votantes?

    En Italia, al menos, los partidos -que hay unos cuantos- acuden coaligados a las elecciones. Cuando votas a la derecha o a la izquierda sabes que votas a un totum revolutum cuyo fin es gobernar en coalición. En España no ocurre ni eso.

  10. Emilio Castelar

    Eso que tú de forma benevolente, consideras un «defecto», es en realidad, la base del régimen del 78, por ello, si lo que describes es un «defecto», el régimen del 78 no es que tenga un «defecto», sino que es un «defecto» en sí.

    A que el legislativo elija y sustituya discrecionalmente al ejecutivo se le denomina Parlamentarismo. A que los ciudadanos elijan, en distintas elecciones a sus gobernantes y representantes, se le llama Presidencialismo. El parlamentarismo nació en la Inglaterra del siglo XVIII gracias a Robert Walpole, que instauró durante 20 años una dictadura corrupta y liberticida. El presidencialismo nació en EEUU, cuyos Padres Fundadores querían evitar a toda costa el despotismo parlamentario inglés.

    Efectivamente, el parlamentarismo es totalmente incompatible con la separación de poderes, incluso con la simple distinción de funciones, al ser el presidente y los ministros al mismo tiempo diputados. Como dijo Montesquieu: «Si se confiara el poder ejecutivo a cierto número de personas del cuerpo legislativo, la libertad no existiría, pues los dos poderes estarían unidos, ya que las mismas personas participarían en uno y otro.»

    Igualmente, el parlamentarismo a menudo niega el gobierno de la mayoría e instaura el chantaje de las minorías cada vez que no hay mayoría absoluta de un partido en el parlamento, que es la única manera de garantizar que gobierne el más votado. Se rompe así el principio mayoritario, otra regla de la democracia.

    Y por último, el parlamentarismo, que en teoría se basa en la hegemonía del poder legislativo, en la práctica el poder legislativo se convierte en un apéndice del ejecutivo. No solo cuando hay mayorías absolutas, también cuando no las hay; puesto que dicha forma de gobierno se basa en la disciplina de partido, y cuando ésta impera, las decisiones se toman por los jefes de partido en reuniones extraparlamentarias, y el gobierno en minoría no presentará ningún proyecto ley que no haya sido «aprobada» previamente con un apaño con otro partido. La subordinación del parlamento al gobierno se da siempre, y empieza desde el momento en que los ciudadanos utilizan las elecciones legistaivas como si fueran presidenciales. De este modo, el parlamento se convierte en la práctica en un colegio de compromisarios para elegir y apoyar al presidente. Así concebido, el Parlamento no puede ser nunca una cámara representativa, pues la representación de los ciudadanos se fundamenta en que cada diputado representa a sus electores ANTE el gobierno y los demás diputados. En el parlamentarismo, por el contrario, la mayoría de los diputados son representantes DEL gobierno. Se rompe también el principio representativo.

    En definitiva, el parlamentarismo viola los principios electivo, mayoritario, divisorio y representativo. ¿Una forma de gobierno así puede ser considerada democrática?

  11. Emilio Castelar

    Para quien no quiera leerse lo que he escrito antes, le recomiendo que al menos eche un vistazo a estos gráficos.

    http://a1.sphotos.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-ash4/223187_248687371820184_248682431820678_871544_4317127_n.jpg

    http://a4.sphotos.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-snc6/285184_248687351820186_248682431820678_871543_1034551_n.jpg

    Creo que explican bastante bien, entre otras cosas, por qué se produce el chantaje de las minorías separatistas, que no es culpa del sistema electoral, como se suele decir, sino de la forma de gobierno parlamentarista.

    Y si consideráis que es necesario cambiar la forma de elección del gobierno para que lo elijamos los ciudadanos y no los partidos, os recomiendo que os unáis a esta página de facebook:
    http://www.facebook.com/pages/Por-la-elecci%C3%B3n-directa-del-Presidente-del-Gobierno-de-Espa%C3%B1a/248682431820678

  12. pacococo

    Hay que ser optimistas, los madrileños disfrutarán de la ausencia de tan ilustre prócer. La Srª Botella está por descubrir, si sale buena, eso que habrán ganado y si sale mala, mientras lo descubren vivirán felices.

    La gente que votó Al Sr Ruiz o sabían a quién votaban y estarán felices con que su amado lider sea feliz o votaron al pp para evitar un alcalde socialista, en cuyo caso les da igual quien sea el alcalde o bien si votaron con la nariz tapada, estarán contentos.

    Y a estas alturas de la película, cuando hemos visto tanto sinvergüenza medrar en las alturas ¿a quíen le importa la legalidad electoral?

  13. El Tíol Bastón

    Elentir: Italia no es precisamente un dechado ejemplar de perfecciones en cuanto a su sistema electoral. Precisamente creo que hay que evitar a toda costa que ocurra lo que allí ocurre. El que se unan en esos «totum revolutum» a los que te refieres, ha llevado a la situación de que a los partidos italianos ya nadie se los tome en serio. Ellos y sus líderes hacen el ridículo allá a donde van. Si no fuera por los millones que tiene, Berlusconi hace mucho que sería Berluscoñi, porque todo el mundo se lo tomaría a chufla. A tenor de la gente que sale elegida en el país transalpino, me da la sensación de que los italianos ya hace años que empezaron a votar al azar, a ver si hay suerte. Y lo peor es que no la hay, lo cual es sobre todo achacable al sistema. No sé si tú se la verás, pero a lo de Italia le veo una mala salida que ni de lejos con la de España, lo cual ya es decir.

  14. Pos supuesto, yo no considero que el sistema italiano sea el ideal. Me gusta más el estadounidense, por ejemplo. Lo que quiero decir es que al menos en Italia los ciudadanos ya saben que si votan a un partido va a servir también para llevar al poder a los que van en esa coalición. En España no ocurre eso. El BNG y el PSOE se ponen a caldo en la campaña, y luego gobiernan juntos en amor y compañía.

  15. No sé si ver la botella medio llena o medio vacía (perdón por el chiste malo): por un lado, los madrileños nos libramos del gafas y su despilfarro bestial. Por otro, su nombramiento como ministro de Justicia me huele mal, muy mal. ¿Un «topo» del PSOE en el gobierno? Malo, malo, malo…

  16. Elentir dijo
    Lo que yo propongo, José María, es que los ciudadanos elijan directamente a la persona encargada de gobernar, ya sea en los ayuntamientos, las comunidades autónomas o La Moncloa. Puede que eso cueste dinero, sí, pero también lo cuestan las demás elecciones y nunca he visto a nadie proponer que deje de haberlas para ahorrar pasta.

    Sigo sin entender la propuesta ni su pretendida utilidad o mejora… Ya elegimos a los concejales, diputados, etc. ¿Qué pretendes, un sistema autocrático elegido cada cuatro años y sin oposición? ¿Qué gobierne el más votado, aunque sólo tenga el 22% de los votos? ¿No se pueden hacer mociones de censura? ¿Qué pasa cuando un alcalde decide cesar, como ha sido el caso de Gallardón?

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