Calvo dice que "salvo que una mujer diga expresamente sí, su respuesta es no"

Lo que pasaría si aplicásemos a los robos el disparate de Calvo sobre las violaciones

Hoy Carmen Calvo ha aportado su dosis de ideología a la agenda del PSOE para que los españoles sometamos nuestra forma de pensar a la de un Gobierno que ni siquiera tiene mayoría.

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Un curioso "giro a la democracia"

En su comparecencia esta mañana en la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados, la vicepresidenta ha declarado: "Este Gobierno hará políticas feministas con propuestas de transformación de la democracia", y ha añadido: "estamos aquí para darle un giro a la democracia". Sus palabras no están faltas de razón, si las analizamos fríamente: por primera vez desde Franco y el Movimiento Nacional, gobierna en España un partido que no ganó las elecciones y un presidente que ni siquiera era diputado. Esto, más que un giro, es dejar la democracia patas arriba.

Quiere que el Estado invada nuestras relaciones de pareja

Hoy la vicepresidenta ha dicho que pretende reformar el Código Penal para tipificar como violación cualquier relación sexual en la que la mujer no diga expresamente sí: "salvo que una mujer diga expresamente sí, su respuesta es no", ha recalcado. Esto suena peligrosamente a querer judicializar las relaciones personales, algo que ya intentó la socialista Leire Pajín en 2011, con una ley que pretendía otorgar al Estado el poder de invadir nuestra vida privada para someter a escrutinio nuestras decisiones personales, con la excusa de la igualdad de trato. Ahora le toca a las relaciones de pareja, sometiéndolas a la tesis del feminismo de género, que ve a los hombres como malvados opresores y a las mujeres como angelicales oprimidas, incapaces de mentir a la hora de acusar a un hombre de violación, aunque la experiencia demuestre repetidamente lo contrario. El PSOE -un partido lleno de ricos e hijos de papá- ya no encaja en el viejo esquema marxista de la lucha de clases, así que ha traslado ese esquema a la lucha de sexos. En ese esquema, términos como "patriarcado" y "machismo" han sustituido a "burguesía" y "contrarrevolución", pero el fin sigue siendo el mismo: sembrar el odio y el enfrentamiento en la sociedad para hacerla más receptiva a las consignas de esos demagogos.

¿Respetaría el PSOE a los notarios tanto como respeta a los jueces?

Por supuesto, con ocurrencias como la de Carmen Calvo no se acaba con las violaciones. De hecho, la existencia de consentimiento ya está prevista en el el Código Penal vigente. Es condición necesaria para que exista un delito de abusos sexuales según el Art. 181. La vicepresidenta sabe que sería absurdo requerir ese consentimiento de forma escrita e incluso legalmente inequívoca, pues para ello habría que llamar a un notario cada vez que se mantengan relaciones sexuales. Ésta sería la única forma de evitar polémicas tan irresponsables como la provocada por medios y políticos en el caso de "la manada" de Pamplona. Y tal vez ni siquiera esto bastaría. No parece que el PSOE, que descalifica a los jueces por emitir sentencias que no son de su gusto, vaya a tener más respeto por la fe pública emitida por un notario. Llegado el momento, si un notario diese fe pública del consentimiento de la mujer y ésta lo negase, ¿de qué lado se pondría el PSOE?

La violencia dejaría de ser un agravante en los delitos contra la libertad sexual

Pero al margen del citado disparate, el anuncio de Calvo podría tener un efecto que muchos no se han parado a pensar: la violencia dejará de ser un agravante a la hora de penalizar los delitos contra la libertad sexual. Será irrelevante penalmente que un hombre que abuse sexualmente de una mujer lo haga dándole un puñetazo: un completo absurdo jurídico. Además, esta tipificación penal tendría peligrosos efectos más allá del ámbito judicial. Tipificar como violación cualquier acto sexual que no sea consentido por escrito y/o ante notario sería banalizar el delito de violación. Acusar a alguien de "violador" sin motivo acabará por tener el mismo efecto que la acusación de "machismo", que hoy en día se toma cada vez menos en serio porque se ha abusado de ese término hasta extremos grotescos, como señalar a un hombre por rascarse la barba o por sentarse con las piernas abiertas.

Lo que pasaría si lo aplicásemos al robo: ¿quién se atrevería a hacer un regalo?

En el caso de los delitos contra la libertad sexual existe un tratamiento similar a de los delitos contra la propiedad. Así, el Código Penal distingue los hurtos (Arts. 234 al 236) de los robos (Arts. 237 al 241) en que los segundos se hacen con violencia, aunque en ambos casos el hecho básico es el mismo: apoderarse de bienes ajenos con ánimo de lucro y sin el consentimiento de su dueño. Es más: no podríamos hacer un regalo a nadie a menos que diésemos un consentimiento expreso por escrito, afirmando que le hemos cedido el artículo que habíamos comprado y empaquetado. Recibir cualquier obsequio se convertiría en un riesgo considerable, que te podría llevar a ser acusado no ya de un un hurto, sino de un robo. ¿Por qué el PSOE aplica distintas varas de medir a los delitos contra la libertad sexual y a los delitos contra la propiedad? Es más: el PSOE es uno de los partidos que consienten a día de hoy que unos okupas te puedan quitar tu vivienda y no puedas desalojarles durante meses. La diferencia es que no hay influyentes grupos de presión ideológicos exigiendo poner patas arriba la sociedad con la excusa de combatir los hurtos y las ocupaciones. Porque al final lo que apunta Calvo es eso: imponernos el feminismo de género como doctrina obligatoria y que nadie puede cuestionar, incluso a costa de nuestros derechos. La excusa es lo de menos.

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(Foto: Flickr PSOE)

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