Por la libre competencia lingüística

La Cámara de Comercio Alemana ha puesto en evidencia, con una tremenda sinceridad, lo que muchos españoles no se atreven a decir por miedo a las represalias nacionalistas: que el uso del catalán por las empresas turísticas no es rentable. No tiene sentido que se imponga a las empresas privadas la obligación de dar una oferta para algo en lo que apenas hay demanda, así de sencillo.

Las empresas alemanas tienen una fuerte presencia en el sector turístico de las Islas Baleares, en donde el Gobierno de coalición formado por varios partidos socialistas y nacionalistas lleva a cabo una agresiva política de imposición lingüística del catalán, calcada de las que han puesto en marcha los socialistas con sus socios nacionalistas en Cataluña y Galicia. En las islas, esta campaña tuvo su episodio más sonado hace dos meses en los llamamientos de boicot de ERC contra Air Berlin cuando esta aerolínea germana se negó a plegarse a la imposición lingüística del catalán.

El nacionalismo, crecido por el apoyo de Zapatero a sus tesis más radicales, ha llevado la imposición lingüística a las escuelas, a la administración, a los servicios públicos, etc., y finalmente ha dado un paso más para imponerles a las empresas privadas unos requisitos que vulneran gravemente el derecho a la libertad de empresa, proclamado por la Constitución Española en su Art.38. En Cataluña ya se imponen multas a los comerciantes que no usan el catalán en sus negocios, un atentado contra la libertad que el BNG y el PSOE también quieren instaurar en Galicia.

¿En qué se apoya esta política de imposición? Pues en un planteamiento tan simple como aberrante: como la gente en el ejercicio de su libertad no usa el gallego o el catalán tanto como a los nacionalistas les gustaría, éstos hacen obligatorio el uso de esas lenguas en cada vez más ámbitos. Se trata de una labor de ingeniería social propia de una dictadura pero que, menuda paradoja, se está llevando a cabo en un país democrático.

Frente a esta política tan poco democrática, creo que ya va siendo hora de no conformarse con una actitud meramente defensiva, que se limite a hacer frente a los atentados contra las libertades individuales que se perpetran en aras de la "normalización" lingüística de tal o cual lengua regional. Creo que debemos pasar a la ofensiva, a reclamar directamente que haya libre competencia en el ámbito lingüístico, sin favoritismos ni privilegios.

Si el gallego o el catalán no tienen demanda como para hacer medios y servicios privados en esos idiomas, no se puede tolerar que el poder se dedique a obligar a las empresas a ofrecer servicios en esos idiomas, pero tampoco que se dedique a subvencionar el uso de una determinada lengua en las empresas privadas, pagando con el dinero de nuestros impuestos a las empresas privadas para que lo usen y privilegiando asó el empleo de una lengua, como se está haciendo en Galicia con el gallego.

Si una empresa quiere ofrecer sus productos en un determinado idioma, es la empresa -como en los demás perfiles de su acción comercial- la que tiene que asumir los riesgos, igual que disfruta en solitario de los beneficios. ¿A cuento de qué tenemos los ciudadanos que costear las pérdidas de una empresa privada que se empeña en ofrecer unos servicios que apenas tienen demanda?

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(Imagen: Kwintessential.co.uk)

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Comentarios:

  1. Derecha Liberal

    Es que sencillamente sería alucinante que las empresas extranjeras tuvieran que formar al personal en todos los idiomas y/o dialectos regionales españoles (digo bien, es-pa-ño-les).

    De verdad, esto es un país de locos.

  2. Lo leí hoy en LD y me pareció la mejor (y mas oxigenada) noticia del día. Aunque estoy seguro que la prensa vernácula no se hará eco del comunicado, salve que sea para ponerlo a parir.

  3. Desde luego, es una excelente noticia. Lo triste es que tengan que venir empresas extranjeras a defender algo tan elemental como la libertad en materia lingüística…

  4. Pero es que en este país es costumbre ya bien establecida el gastar los dineros de los contribuyentes en financiar negocios ruinosos cuyos beneficiarios son un pequeño grupo de particulares siempre neoprogres. El ejemplo más llamativo de ello es el cine español, que pagamos todos con nuestros impuestos porque no se mantiene con la taquilla. Tan solo hay dos directores españoles capaces de mantenerse co n la taquilla, uno muy bien visto por la neoprogresía, Almodovar, y otro muy mal visto por la neoprogresía, aún siendo de izquierdas, porque va por libre y pasa mucho de la corrección política, Garci. Salvo las películas de estros dos directores, todo el resto del cine español es ruinoso, pero lo mantenemos los contribuyentes porque en general apoya políticamente a la neoprogresía dominante, o sea ¿quiénes son los beneficiarios?

    Con esa misma filosofía, los contribuyentes debemos mantener los negocios que no se mantienen por sí mismos pero que son dirigidos por neoprogres amigos de la imposición lingüística o por listillos que se aprovechan de esa estupidez habitual en la neoprogresía nacional.

    De cualquier manera, no sorprende que en España sean habituales estas prácticas totalitarias porque no vivimos en una democracia, vivimos en un régimen totalitario encubierto. Hace unos días me dijo una persona que vive en Venezuela y ha venido a pasar sus vacaciones a su tierra natal que España está recorriendo exactamente el mismo camino que recorrió Venezuela para llegar a su situación actual. Es evidente que un Español que vive y trabaja en Venezuela pero que continúa manteniendo su nacionalidad, su apego y una intensa relación con España, sabe muy bien de qué habla.

    Pero los nacionalistas no se dan cuenta de una cosa, y es que están dando su apoyo a un régimen encaminado al totalitarismo sin darse cuenta de que este tipo de gobiernos se aprovechan de cualquiera que pueda debilitar a sus “enemigos” políticos, pero después, cuando consigan el poder suficiente, acabarán con estos aliados molestos y protestones, y que hablan en un idioma que no es el mismo del dictadorzuelo de turno. Se los cargará e impondrá su idioma por la fuerza, y entonces estos imbéciles se darán cuenta de lo que han hecho pero ya no tendrá remedio.

    Como no consigamos hacer algo para parar esto, vamos mal, muy mal.

  5. Ayer apareció una editorial interesantísima en la edición escrita del diario El Mundo sobre éste tema. Estuve pensando si escribir sobre ello, pero como no había ninguna fuente en internet que lo recogiera, no lo hice; hasta que, al final del día lo recogió Libertad Digital. En la editorial, se comentaba que el director de la Cámara de Comercio de Alemania dijo algo tan obvio que no hay más que decir «amén»: «Las empresas se comunican con sus clientes en los idiomas que entiende la mayoría, como es el castellano en el caso de España».

    Tan sencillo cómo eso, es todo lo demás. Y cuando sales fuera de España, con casi 400 millones de personas hablando español, más cuenta te das de lo ridículas que son las pretensiones expansionistas de algunos nacionalistas en el ámbito de la lengua.

  6. Es que el nacionalismo no entiende de obviedades, y mucho menos de libertades. Sólo así se explica que quieran multar a los empresarios que no usan el gallego, pero eso sí, sin una sola multa para los que no usan el castellano. Y aún tienen la cara de decir que los gallegohablantes son los que están discriminados…

  7. Galileo

    El bilingüismo propugnado por los nacionalistas es redundante.

    No entro en la calidad literaria, pero en términos prácticos son prescindibles y no aportan proyección ni aumenta el número de individuos con los cuales te puedes comunicar, pues todos hablan español.

    Estudiar un idioma que no aumenta los individuos con los cuales te vas a comunicar es una pérdida de tiempo, energías y dinero.

    Distinto es aprender inglés, francés, alemán, etc., ya que sí aumenta el número de individuos con los cuales te comunicas y enriqueces aumentando además las posibilidades laborales sin artificios excluyentes. Y también tienen literatura de calidad.

    Respetando muchísimo las lenguas regionales, no me convienen ni las deseo para mis hijos (pierden su tiempo, energías y mi dinero y el de los contribuyentes en algo que no es práctico).

    Y si entramos en que aportan cultura, también la lengua inglesa, francesa, portuguesa. Como padre prefiero que mis hijos apliquen su escaso tiempo en idiomas tan literarios como el gallego pero mucho más prácticos.

    El que quiera gallego para sus hijos adelante con ello, no es mi caso. Yo respeto la libertad de elección de un padre que desee enviar a sus hijos a centros normalizados o galescolas; a la recíproca no se produce.

    Esto es una dictadura.

  8. Carlos

    Galileo, no has salido de tu pueblo en toda tu vida.

  9. ¿Conoces de algo a Galileo para decir eso, o es la típica descalificación barata de quien carece de argumentos?

    Ya puestos, los argumentos que da Galileo son los de una persona que conoce mundo, y que no se cree que este planeta acaba en el Padornelo, como parecen creer algunos nacionalistas.

  10. Galileo

    La finalidad primordial de un idioma es que sea práctico. Esto se constata incluso en las primitivas formas de escritura cuneiforme, desarrolladas para la contabilidad y administración del imperio. También se encuentran textos antiguos de contratos, luego aparece la literatura escrita.

    Los idiomas como el gallego carecen de proyección internacional y su destino es la desaparición paulatina, porque no cumplen la misión de comunicación en un mundo glogalizado.

    Muchas lenguas han desaparecido, el latín por ejemplo, y otras están en proceso de extinción porque lo natural en una herramienta que no es útil es la sustitución por otra más efectiva.

    Hay más de 6.000 lenguas en el mundo, ¿cuántas quedarán dentro de 1.000-2.000 años? A medida que avancen las comunicaciones físicas y telemáticas se impondrán los idiomas más prácticos, eso es evidente, ningún ser humano va a aprender 6.000 lenguas. Quizá en el futuro solo se hable inglés.

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