Sarkozy: un acierto aparente y un error de fondo

Nicolas Sarkozy volvía a convertirse en protagonista de la actualidad europea hace escasas horas al anunciar un plan para terminar con la publicidad en las televisiones públicas francesas. Este plan afecta a las cuatro grandes cadenas estatales: France 2, France 3, France 4 y France 5. La medida, que parece un buen paso ante el abuso de posición que ejercen las televisiones públicas, se verá compensada, sin embargo, con un aumento del presupuesto público y el cobro de una cuota a los canales privados sobre el beneficio que obtengan en materia publicitaria.

Siendo realistas, no cabe duda de que estas medidas son muy valientes en un país con una mentalidad tan estatista como la que existe en Francia. Sin embargo, lo atrevido de la idea se echa a perder con ese incremento del peso de los canales estatales en el erario público y con el "impuesto revolucionario" que supone que las cadenas privadas tengan que alimentar con sus beneficios la maquinaria propagandística del Estado.

Sarkozy sabe perfectamente que el futuro de las televisiones públicas en un entorno mediático como el actual pasa necesariamente por su privatización. Es del todo injustificable la existencia de canales públicos compitiendo en el mismo mercado con televisiones privadas. Mientras éstas someten sus pérdidas a los mecanismos de la libre competencia, aquéllas ven compensados sus fracasos a cuenta del bolsillo de todos los ciudadanos.

Consciente de ello, y seguramente para silenciar las quejas de la poderosa maquinaria sindical controlada por la izquierda, Sarkozy ha querido justificar su medida anunciando la creación de un nuevo canal internacional cuyas emisiones se harán íntegramente en francés, algo que ya ha molestado a Canadá, cuya televisión pública mantiene vínculos con la TV5 francesa, y que no quiere que se identifique exclusivamente a Francia con la francofonía.

No obstante, es indudable que ese "guiño patriótico", como lo califica El Mundo en su crónica, acallará muchas protestas en Francia, teniendo en cuenta el alto sentido del patriotismo que existe en ese país. Lo triste, en este caso, es que se engatuse a los ciudadanos con el señuelo del patriotismo, utilizado como tapadera política para mantener una situación insostenible y que al fin y al cabo tendrá que desembocar en la privatización de los canales públicos.

Trasladando el caso a España, esa misma filosofía es la que se da en nuestras televisiones públicas, tanto las estatales como las autonómicas. Las primeras intentan explicar su subsistencia en el fomento de la cultura hispana en el mundo -algo de lo que se encarga el Canal 24 Horas de TVE- o en la promoción de la cultura en nuestro país. Entre tanto, las televisiones públicas del País Vasco (ya preparan el lanzamiento del tercer canal de ETB), Cataluña o Galicia defienden su existencia con la promoción de la identidad y las peculiaridades propias de cada comunidad.

La realidad es muy distinta a la que ellos nos presentan: tanto las televisiones públicas de ámbito nacional como las autonómicas funcionan como herramientas de propaganda y maquinarias de imposición ideológica al servicio de sus respectivos gobiernos, algo que se percibe especialmente en aquellas comunidades en las que gobiernan partidos nacionalistas. La situación de las cadenas públicas, que ya es difícilmente sostenible en Francia, lo es aún más en España.

Sin embargo, ninguno de los dos grandes partidos ha puesto el dedo en la llaga. Es de lo más previsible que el PSOE no quiera ni oír hablar de dejar sin publicidad las televisiones públicas: a fin de cuentas, es un partido estatalista, empeñado en recurrir a las arcas públicas para sus propios fines ideológicos, políticos y electorales. Más difícil de entender es la actitud del PP, un partido de derechas y en cuyas filas abundan las personas de ideología liberal. Una propuesta así dirigida a la privatización de TVE y de las televisiones autonómicas (el PP, de hecho, ya ha dado pasos en esa dirección en comunidades como Valencia y Madrid) sería muy bien acogido por millones de electores que estamos hartos de pagar con nuestros impuestos esas entidades estatales totalmente innecesarias. ¿Por qué no dan el paso y lo incluyen en su programa?

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