¿Será este 10 de junio como el de 1979?

"Querría recordaros a este fin lo que Jesucristo dijo durante el proceso que decidiría sobre su vida —y es el único elemento que adujo en su defensa—: «Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad» (Jn 18, 37). Aplicaos esto cada uno de vosotros a la propia vida, y os ayudará a aliviar vuestros sufrimientos y a reforzar vuestra valentía en la mayor parte de las pruebas y frustraciones de vuestra existencia." Estas palabras se oyeron en Cracovia (Polonia) tal día como hoy, el domingo 10 de junio de 1979. Las pronunció ante los medios de comunicación una de las figuras más grandes que ha conocido la Humanidad en el último siglo, el Papa Juan Pablo II.

Ese día el Santo Padre se despedía de su patria tras un viaje de ocho días que hizo historia. Esas palabras las dijo en un país dominado por un régimen que hacía de la mentira y de la opresión sus principales medios de subsistencia. Las palabras de Karol Wojtyla fueron un llamamiento atrevido que abrió las primeras grietas en los cimientos del totalitarismo socialista.

Han pasado 31 años de aquel día. Polonia es hoy, gracias a Juan Pablo II, el país más vacunado contra las dos ideologías más atroces que ha conocido la historia y que sufrió especialmente el pueblo polaco: el nazismo y el comunismo. Me he acordado de aquel viaje porque hoy se produce otro viaje pero en el sentido justamente contrario: un viaje con el que un déspota socialista pretende negociar con otro Papa, Benedicto XVI, el afianzamiento en España de un nuevo régimen impuesto por la vía de los hechos consumados. Se trata de un déspota empeñado en borrar de nuestro país toda huella de nuestra herencia cristiana, que vive entregado por entero a la tarea de pisotear nuestras libertades más elementales -muy especialmente la libertad religiosa y de conciencia-, y que ha instaurado normas tan salvajes, inhumanas y criminales como la que da barra libre para matar a seres humanos inocentes e indefensos antes de que puedan ver la luz.

En materia de respeto por los derechos del individuo, tras la visita de Juan Pablo II a Polonia se abrió un proceso histórico que acabó por arrancar a ese país de las garras opresivas del socialismo. En España llevamos el camino justamente contrario. Zapatero es el artífice de un cambio de régimen que pretende perpetuar sus dogmas ideológicos como si fuesen la nueva doctrina oficial del Estado. Se trata de dogmas que no sólo son incompatibles con los principios cristianos, sino que son gravemente lesivos para los derechos y libertades de los españoles. Ojalá Benedicto XVI muestre ante Zapatero la valentía que Juan Pablo II invocó en aquel discurso en una Polonia oprimida, porque en España nos jugamos algo mucho más importante que una JMJ.

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(Sobre estas líneas, imagen de Juan Pablo II durante su primer viaje a Polonia en 1979. Foto: Polskie Radio.)