Esto no es renovación ni rectificación: esto es hacer un mero 'montuning', señor Rajoy

El tuning es una moda que consiste en personalizar coches añadiéndoles mejoras en el motor o cambios en la carrocería. Su versión cutre es lo que en mi casa llamamos "montuning".

Encuesta: ¿Qué crees que pasará con el PP en las próximas Elecciones Generales?
Cinco ejemplos de votos tirados a la basura

Un montuning es, por ejemplo, cuando a un coche viejo no le haces ninguna mejora ni de motor ni de carrocería, y te limitas a añadirle un alerón feo o una toma de aire falsa en el motor (como en el Mercedes de la imagen). Si un coche tuneado puede resultar sorprendente, un coche montuneado generalmente provoca risa, porque pretende ser lo que no es de una forma ridícula.

Atribuye el enfado de sus votantes a la economía y la corrupción, y nada más

Me he acordado del montuning después de conocer los cambios anunciados por Rajoy anteayer. En un largo discurso, el actual presidente del gobierno pareció dispuesto a hacer un ejercicio de autocrítica después del revés electoral sufrido por el PP en las elecciones del 24 de mayo:

"Es imposible recuperar el apoyo perdido si no nos preguntamos por qué tantas personas que en su día nos apoyaron han dejado de hacerlo. Es obvio que están insatisfechos y es obvio que muchos de ellos se sienten defraudados. Y nuestra obligación es preguntarnos por qué."

A continuación, Rajoy explicaba lo que en su opinión ha defraudado a muchos de sus votantes:

"La causa principal, sin duda, es que hemos pedido muchos esfuerzos a los españoles y sólo ahora se empiezan a ver los resultados de tanto esfuerzo."

Unos párrafos más adelante, señalaba esto:

"El segundo gran motivo de desafección ha sido la corrupción. Hemos pagado un precio muy alto, altísimo, por el comportamiento de algunos de los que considerábamos nuestros compañeros."

Y ya está. Para Rajoy, los motivos del enfado se reducen a estos dos.

Aborto, leyes socialistas, víctimas, impuestos... ¿Se acuerda, señor Rajoy?

Cuesta comprender que un dirigente político que llegó al poder prometiendo un "cambio" sea ahora tan ciego a lo que ha sido su actuación en el gobierno. Como vengo explicando aquí desde hace tiempo, ese "cambio" que prometió Rajoy se ha quedado en nada. Su gobierno no ha cambiado ninguna de las leyes ideológicas instauradas por Zapatero: desde las que han impuesto la ideología de género como doctrina oficial del Estado hasta la llamada "memoria histórica", que convierte a los autores de una brutal persecución anticatólica en los "buenos" de la Guerra Civil española. El pasado mes de septiembre anunciaba sin rodeos que no tenía intención de cumplir su promesa sobre el aborto, un compromiso plasmado en su programa electoral con la expresión "reforzar la protección del derecho a la vida". De igual forma, Rajoy ha traicionado a las víctimas del terrorismo, continuando la política de Zapatero en relación a ETA, negándose a revelar los pactos de éste con la banda terrorista, excarcelando a asesinos, purgando el PP vasco de dirigentes que pedían firmeza contra esa banda mafiosa y cruzándose de brazos ante la presencia de las marcas electorales batasunas en las instituciones. Así mismo, hay que recordar que Rajoy anunció repetidas veces que bajaría los impuestos y nada más llegar al poder rompió su promesa. Fue el primero de una larga lista de incumplimientos que han acabado hartando a muchos votantes del PP.

Recetas socialistas y resultados socialistas: hay más parados que en 2011

Que el gobierno que prometió aliviar nuestro esfuerzo fiscal lo haya aumentado una y otra vez es algo, desde luego, que cabrea a cualquier votante. Que un partido protagonice sucesivos escándalos de corrupción es algo que mina la confianza de los electores en él. Pero los errores de Rajoy no se limitan a la economía y la corrupción: ha claudicado por completo ante los dictados ideológicos de la izquierda, dejando huérfanos a muchos votantes (al menos así se sentían muchos hasta la aparición de Vox). Si Rajoy se conformaba con ofrecer lo mismo que el PSOE en materia ideológica, pero mejorando su gestión económica, es evidente que no lo ha conseguido: el número de parados en diciembre de 2011 era de 5.273.600, y en el primer trimestre de 2015 eran 5.444.600, 170.000 más, según los datos de la EPA. La apuesta del PP por las políticas fiscales del PSOE -más impuestos y un gasto público desorbitado, que ya roza el 100% del PIB- ha acabado en un sonoro fracaso jalonado, para colmo, de una serie de incumplimientos que Rajoy ni siquiera se digna en reconocer. ¿Cómo no van a estar defraudados tantos votantes ante este panorama?

Lo irónico es que Rajoy piense que ese enfado de los votantes del PP se arregla cambiando unos cuantos nombres en la cúpula del partido. Si algo caracteriza al nuevo cuadro de mandos del PP es que ninguno de esos dirigentes cuestionará la renuncia de Rajoy a dar la batalla de las ideas, ni criticará sus constantes incumplimientos de programa, porque todos ellos vienen acompañando a Rajoy en esa renuncia y en esos incumplimientos sin rechistar. Llamar cambio a esto suena a una tomadura de pelo como lo es añadirle una toma de aire de cartón a un Mercedes viejo y decir que ya es un coche nuevo y mejor. Ya está bien de tomarle el pelo a sus votantes, señor Rajoy.