Unos apuntes sobre la película de Christopher Nolan que se acaba de estrenar

'Oppenheimer': un comentario políticamente incorrecto sobre dos cuestiones muy actuales

Esta semana ha llegado a los cines una película sobre el famoso físico teórico y padre de la bomba atómica Julius Robert Oppenheimer.

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Este largometraje lleva la firma de Christopher Nolan, director de excelentes películas como "The Prestige" (2006), "Interstellar" (2014) y "Dunkerque" (2017), por citar sólo algunas. Así pues, he ido al cine sin dudarlo, porque además el tema de la película me parecía muy interesante, ya que versa sobre el hombre que dirigió al equipo de científicos que crearon las primeras bombas atómicas en el laboratorio de Los Álamos, el famoso Proyecto Manhattan.

La película discurre en varios tiempos y alternando secuencias en color y en blanco y negro. Se enlazan en la pantalla dos historias: por una parte la más conocida, que es el desarrollo de la bomba atómica, y por otra la auditoría de seguridad (una especie de juicio político) que sufrió Oppenheimer durante los años del macartismo. Es una película muy densa, en la que se conjugan momentos muy fascinantes -los trabajos relacionados con la bomba, sin duda- con otros más tediosos.

Nolan es un gran cineasta y sabe combinar ambos momentos muy bien, pero siendo fan de sus películas, y siendo éste un excelente largometraje, creo que ha pecado del mismo problema que en "Tenet" (2020), donde llegaba un momento en el que te costaba seguir la historia.

Por lo demás, la película aborda dos cuestiones muy interesantes, muy actuales y que dan para muchas reflexiones. Las mías no van a ser políticamente correctas, a los ojos de muchos, pero aquí va. La primera de esas cuestiones son los reparos morales de crear un arma atómica, ante la gran cantidad de muertos que provocó, pero sin ocultar el hecho de la razón por la que fue creada (evitar que los nazis fuesen los primeros en tenerla) y por lo que finalmente fue usada (obligar a los japoneses a rendirse evitando la enorme cantidad de muertos que había supuesto la invasión de Japón).

No es un dilema moral fácil de resolver, por muy fácil que parezca y a pesar de que el horror de las escenas de Hiroshima y Nagasaki causen repugnancia a cualquiera con un mínimo de humanidad, la misma repugnancia que los crímenes de guerra perpetrados por los japoneses contra la población civil, con masacres como la de Nankín (unos 300.000 chinos asesinados) y Manila (más de 100.000 filipinos asesinados), unos crímenes de genocidio que muchos ignoran o pasan por alto.

Por otra parte, cabe preguntarse si una sociedad tecnológicamente avanzada está condenada a llegar al momento en el que pueda autodestruirse, y no sólo a través de bombas atómicas. Ahí tenemos también los temas de la inteligencia artificial y el suicidio demográfico.

El otro gran debate de la película es el macartismo. Como ya he señalado, Oppenheimer fue sometido a un juicio político por su militancia izquierdista. Hoy en día, esa persecución anticomunista de los primeros años de la Guerra Fría es muy criticada, pero hay que ponerla en su contexto: el mundo vivía al borde de una Tercera Guerra Mundial y EEUU sentía que tenía en casa a influyentes aliados de su enemiga por antonomasia, que era la URSS. Paradójicamente, se han hecho más películas sobre el macartismo que sobre el Gulag o su versión china, el Laogai, que sí eran (el Laogai aún lo es) una forma brutal de persecución a la discrepancia. Eso indica un curioso sesgo en el cine.

Por otra parte, está bien criticar que en una democracia se persiga a la gente por sus ideas, pero no deja de ser una paradoja que esto se haga habitualmente desde un ámbito de la cultura, como es el cine, donde la izquierda tiene una presencia mayoritaria. ¿Cuántos que repudian el macartismo americano de los 50 aprueban al mismo tiempo que se señale a todo el que discrepa de la izquierda, etiquetándolo como "fascista"? ¿Cuántos de ellos no participan en ese nuevo macartismo que declara la muerte civil e impone cordones antidemocráticos contra ciertas personas y partidos por el mero hecho de ser conservadores? ¿Para cuándo una película sobre este nuevo macartismo?

Hago un apunte final: es una buena película, pero si vais a verla, no vayáis con niños. Además de que será muy larga y complicada para ellos, tiene escenas que no son adecuadas para los más pequeños. Os dejo aquí con el anuncio en español de esta película:

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Comentarios:

  1. wladimir

    interesante…

    estoy totalmentede acuerdo con este analisis de la pelicula…y es cierto es algo pesada y densa pars quien no entienda esta interesante tematica..

  2. FINE

    Creo que «políticamente incorrecto» es sinónimo de ontológicamente correcto pero incómodo para hipócritas

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