Las mentiras del infame libelo antisemita de Juan Manuel de Prada publicado por Abc

Juan Manuel de Prada ha vuelto a aprovechar la oportunidad para exhibir unas opiniones puramente miserables desde las páginas del diario Abc.

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Los precedentes animaban a imaginar que ocurriría esto. En febrero de 2019 asumió las tesis del separatismo catalán, afirmando que "Cataluña es una nación como una catedral", acusando a los liberales de no permitir que los catalanes cambien de nacionalidad y afirmando, con su habitual tono conspiranoico, que "los poderes internacionales" (no dijo cuáles) "no quieren que Catalunya [sic] sea independiente".

Unos meses después, se enfadó con la serie televisiva "Chernobyl" de HBO porque dejaba mal a la Unión Soviética, una dictadura comunista, hay que recordarlo. Pero por lo visto, en el antiliberalismo y antiamericanismo de Juan Manuel de Prada ya cabe de todo. Eso le ha llevado a hacer el ridículo de forma estrepitosa.

Por ejemplo, dijo que Rusia "no tiene ningún interés en invadir Ucrania" sólo nueve días antes de que Rusia invadiese Ucrania, y lo hizo en un artículo en el que repetía como un loro las consignas del Kremlin. Consingas que siguió repitiendo una vez iniciada la invasión. Muchos ultraderechistas le siguen haciendo palmitas porque entre la extrema derecha, como entre la extrema izquierda, los hay que tienen unas grandísimas tragaderas hacia toda clase de disparates, con tal de que lleven el sello del antiliberalismo y el antiamericanismo.

En su último artículo en Abc (se puede leer aquí sin muro de pago), Juan Manuel de Prada chapotea en otra de las obsesiones de la extrema derecha: el antisemitismo. Y lo hace asumiendo sin rechistar las mentiras de esa versión del antisemitismo que se disfraza bajo el nombre de "antisionismo", que niega al Estado de Israel su derecho a existir.

Así, Juan Manuel de Prada nos presenta a unos pobres palestinos sometidos "a un inhumano sistema de discriminación y 'limpieza' étnica; han sido enjaulados detrás de muros y alambradas". Se olvida de decir que el 29 de noviembre de 1947, la Asamblea Plenaria de la ONU, por una abrumadora mayoría (33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones) aprobó una partición del Mandato Británico de Palestina, que establecía dos zonas diferenciadas para los judíos y los árabes. Los judíos aceptaron la partición pero los árabes no, porque pretendían echar a los judíos al mar con el apoyo de los estados árabes de la región (Egipto, Transjordania, Siria, Yemen, Arabia Saudí, Líbeano e Irak).

Nada más desaparecer el Mandato Británico de Palestina en mayo de 1948, esos países árabes musulmanes iniciaron una guerra para exterminar al recién creado Estado judío. No era la primera vez que intentaban el exterminio de los judíos de Tierra Santa: recordemos que en 1941, el gran muftí de Jerusalén, Amin al-Husayni, líder de los árabes de Palestina, se alió con la Alemania nazi para que Hitler le ayudase a exterminar a los judíos de Palestina. Esa guerra de 1948, a pesar de la gran superioridad numérica de los árabes, terminó con una victoria de Israel.

A día de hoy, el 21,1% de la población de Israel es árabe musulmana. Al igual que los cristianos de Israel (el 5% de la población), son ciudadanos de pleno derecho y gozan del derecho a la libertad religiosa, derecho que los cristianos no tienen en países musulmanes de la región, que figuran entre los 50 países que más persiguen a los cristianos: Siria (puesto 12º), Egipto (35º) y Jordania (49º). En Gaza no hay judíos desde 2005 y en Cisjordania los judíos son linchados si entran en el territorio controlado por la Autoridad Nacional Palestina. Dicho sea de paso, en Cisjordania y en Gaza los cristianos están sufriendo un éxodo debido a la presión del fundamentalismo islámico.

Así pues, lo que dice De Prada sobre la "limpieza étnica" es mentira. Sería verdad si hablase de lo que hacen los islamistas palestinos, pero su artículo se dedica a blanquear incluso a los peores de ellos, que son los de Hamás, a los que presenta poco más que como los vengadores de unos pobres y desvalidos palestinos que son las víctimas de unos malvados judíos. Significativamente, Juan Manuel de Prada no dice ni una palabra sobre las atrocidades cometidas por Hamás contra civiles israelíes, debe ser que eso no le parece "una ofensa a Dios y a la justicia de magnitudes cósmicas", como califica la situación de los palestinos.

Juan Manuel de Prada dice, además, que los palestinos han sido "despojados y expulsados de la tierra de sus ancestros y hacinados como chinches en un territorio siempre decreciente". La realidad es que Israel aceptó la partición en 1947 y después dispuso unilateralmente que los palestinos tuviesen sus propios territorios, una división territorial que los palestinos musulmanes nunca han aceptado porque el propósito de esos musulmanes radicales es exterminar a los judíos de Israel y de todo el mundo. Es lo que pretende el grupo terrorista Hamás, que también aspira a exterminar a los cristianos (tengamos en cuenta que Hamás es un gruopo salafista, la versión más radical y fanática del Islam). ¿Por qué Juan Manuel de Prada no dice nada de esto? ¿Por qué no dice que ese fanatismo palestino ha acabado hartando incluso a algunos países árabes, y que por ello han decidido entablar relaciones con Israel?

El escritor vasco también afirma que "los palestinos ni siquiera pueden construir nuevas casas, porque Israel les impide el acceso a los materiales de construcción". Una organización tan hostil a Israel como la ONU dice justo lo contrario. Es más: por el reciente bloqueo ordenado por Israel tras el ataque terrorista de Hamás, algunos se habrán enterado de que Israel suministraba agua, luz y alimentos a Gaza, mientras desde Gaza enviaban cohetes y terroristas a Israel. Que Juan Manuel de Prada explique cómo esos "pobres" palestinos de Gaza no tienen recursos (supuestamente) para construir casas, pero sí tienen recursos para fabricar miles de cohetes con los que asesinar a ciudadanos israelíes, tanto judíos como musulmanes y cristianos.

La guinda más antisemita del infame artículo de Juan Manuel de Prada viene al final: "tendremos servida la III Guerra Mundial. Y el culpable será Occidente, que ha tolerado que los palestinos sean tratados como perros sarnosos por un estado --creado artificialmente para acallar su mala conciencia- que ha ejercido durante décadas un poder omnímodo y brutal al margen de la ley". Así pues, Juan Manuel de Prada considera a Israel un estado artificial, pero no a Palestina, que nunca fue un país independiente. Y el malo en esta película de Juan Manuel de Prada no es Hamás, un grupo terrorista que asesina a civiles, viola a mujeres y secuestra a ancianos y niños, sino Israel y Occidente. Sería para echarse a reír si no estuviésemos hablando de un ataque terrorista con cientos de personas asesinadas, secuestradas y heridas, sin olvidar a las mujeres violadas, a las que De Prada no dedica ni una palabra.

Lo dicho: es alucinante la basura que la extrema derecha es capaz de tragarse por sus obsesiones antiliberales, antiamericanas y antisemitas. Las mismas obsesiones y la misma basura que se traga sin rechistar la extrema izquierda: será por eso que De Prada es fan de Putin y se enfada si ve una serie en la tele que deja mal a la URSS. Lo peor es que no sólo se traga esas patrañas, sino que además te las vomita encima un tipo que va por ahí presumiendo de buen católico, algo que como católico me indigna. Eso es lo que también me anima a escribir estas líneas: que por ser católico y de derechas, alguien se crea que puedo opinar lo mismo que ese impresentable. Ni por asomo.