La mala planificación llevó a su abandono seis años después de iniciar la obra

El Ferrocarril de la Muerte: las ruinas de un secreto soviético que costó miles de vidas

La Unión Soviética fue una brutal dictadura que nació prometiendo derechos a los trabajadores y acabó utilizando de forma masiva el trabajo esclavo.

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Gran parte de esa mano de obra esclava se utilizó para construir larguísimas vías de comunicaciones durante la época estalinista. Hace cuatro años ya vimos aquí la Carretera de los Huesos llamada así porque en ella están enterrados muchos prisioneros políticos del Gulag, la extensa de red campos de concentración de esa dictadura comunista. Hoy vamos a ver su equivalente en el ámbito ferroviario, que fue igual de brutal en cuando a número de víctimas.

Uno de los tramos del Ferrocarril Salejard-Igarka en una foto tomada en 2004. Las vías se hicieron sobre terrenos pantanosos, con este resultado (Foto: Uchastnik).

En 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, el dictador Stalin decidió iniciar la construcción del Ferrocarril Salejard-Igarka, una línea férrea de casi 1.300 kilómetros de largo que recorrería el norte Rusia para comunicar el oeste del país con sus remotos puertos árticos, tanto con fines económicos -la extracción de los yacimientos minerales de esa zona, principalmente de níquel- como con propósitos militares, para reforzar la presencia militar soviética en esos lugares.

Uno de los puentes del Ferrocarril Salejard-Igarka en una foto tomada en 2011 (Foto: Gulag.cz).

La construcción se inició en 1947, dos años después de terminada la guerra. La obra se inició simultáneamente con dos tramos: la línea ferrea 501, que empezaba hacia el este en Salejard, una ciudad situada justo en el Círculo Polar Ártico y a orillas del río Obi, y la línea férrea 503, que se inició hacia el oeste desde Igarka, a 163 km al norte del Círculo Polar Ártico y a orillas del río Yenisei. Los números de ambas líneas se correspondían con los campos 501 y 503 del Gulag, que suministrarían la mano esclava para construir cada tramo: prisioneros políticos del Gulag y prisioneros de guerra de varios países.

Un puente destartalado del Ferrocarril Salejard-Igarka en 2011 (Foto: Gulag.cz).

La línea se hizo por una zona muy pantanosa, lo que forzó a que su trazado tuviese muchas curvas para evitar las zonas llenas de agua. Entre 80.000 y 120.000 esclavos participaron en la construcción de esa línea, afrontando unas condiciones tremendamente frías en invierno. Para que nos hagamos una idea, en Salejard y en Igarka las temperaturas caen por debajo de los -50ºC entre diciembre y febrero. Además del frío, los prisioneros también tuvieron que luchar contra el hambre, debido a la escasez de alimentos, y a las duras condiciones de trabajo. Como consecuencia de ello, miles de prisioneros murieron en los seis años que duró la obra.

Las ruinas de uno de los campos de concentración del Gulag en la zona de Salejard, donde empezaba el tramo occidental del Ferrocarril Salejard-Igarka (Foto: Gulag.cz).

El Ferrocarril Salejard-Igarka fue un proyecto mal diseñado que se encontró con problemas como la falta de materiales, una mala planificación y el desplazamiento de las vías construidas en zonas pantanosas. Como consecuencia de ello, gran parte de la línea quedó abandonada tras la muerte de Stalin el 5 de marzo de 1953. Al cabo de seis años, de los casi 1.300 km planeados sólo se habían completado 698 km. En 1980 se mantenía en activo la mitad de ese trayecto.

Una de las torres de vigilancia de un campo del Gulag en la zona de Yenisei, en 2009 (Foto: Gulag.cz).

El Ferrocarril Salejard-Igarka pasó a ser conocido como el Ferrocarril de la Muerte por el gran número de vidas humanas que costó el proyecto, que además se mantuvo en el más estricto secreto mientras vivió Stalin. Además, esta línea férrea también fue un despilfarro de enormes cantidades de dinero y de materiales. Unas 60.000 toneladas de metal y 11 locomotoras quedaron abandonados en aquella línea, que acabó siendo clausurada en 1990, un año antes de la caída de la dictadura soviética. En los años siguientes, y a fin de aprovechar una parte de los materiales abandonados, se desmantelaron casi un centenar de kilómetros de la línea para reciclar el acero de las vías.

Las letrinas de un campo del Gulag en la zona de Yenisei, en 2009 (Foto: Gulag.cz).

En 2020, el régimen de Vladimir Putin puso en marcha una reconstrucción de parte de esa línea férrea, con el propósito de culminarla en un plazo de diez años. Debido a las sanciones impuestas a Rusia por la invasión de Ucrania y graves problemas que implica construir una línea de ferrocarril en esa zona, es probable que el proyecto vuelva a fracasar.

En algunos tramos de la antigua vía férrea los árboles ya ha crecido entre las vías (Foto: Gulag.cz).

Hoy en día, las ruinas del Ferrocarril de la Muerte permanecen allí como un testimonio desolador de los crímenes del comunismo y del trato inhumano que dispensó a multitud de personas, en el episodio más reciente de esclavitud que ha vivido Europa. La organización checa Gulag.cz ha llevado a cabo cuatro expediciones a esa zona entre agosto de 2009 y agosto de 2016, recorriendo los restos del Ferrocarril de la Muerte y de los campamentos del Gulag que quedan en el lugar por el que pasaba esa línea. Podéis ver las fotos que tomaron e esta entrada.

Una de las 11 locomotoras de vapor que fueron abandonadas en esta vía férrea, fotografiada en 2009 (Foto: Gulag.cz).

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Foto principal: Gulag.cz.

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Comentarios:

  1. wladimir

    interesante…

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