La dama de Batchelors Grove

"No recuerdo cuándo llegué a Batchelors Grove. Apenas retengo imágenes de mi vida. Sí que vislumbro los años de la segunda guerra con los ingleses, y nuestra marcha hacia el Oeste, dejando atrás las calles putrefactas de Nueva York. Cuando me desperté y me incorporé, miré a mi alrededor y por doquier se extendía un bosque profundo, salpicado de losas de piedra, de figuras inmóviles de ángeles y de cruces que surgían de la húmeda tierra.

"No entendí lo ocurrido hasta que me di cuenta de que los pocos visitantes de aquel lugar no se fijaban en mí ni se detenían a hablar conmigo. Aceptarlo no es fácil, pero ya no siento pasión alguna y eso amortigua la angustia. Me acostumbré a ver pasar las edades del mundo como una mirada distante tras una ventana, viendo las gotas caer en un día de lluvia. Aquella tierra, húmeda de por sí, estaba empapada de lágrimas y de dolor. La gente venía con sus mejores galas, pero siempre de colores oscuros, con los rostros surcados por la añoranza y los ojos enrojecidos por el llanto. El destino me ha convertido en espectadora imperturbable del sufrimiento ajeno.

"No tengo más medida del tiempo que el tamaño de los árboles y la espesura de los arbustos. A lo largo de periodos cuya magnitud no consigo entender, percibo también como cambian los atuendos de la gente que llora. Los caballeros ya no visten las levitas de antaño, y las damas ya no lucen aquellos magníficos vestidos que contemplábamos, deslumbradas y poseídas por la envidia, cuando desembarcamos tras nuestra larga travesía desde Irlanda.

"Fuera de eso, el mundo y sus criaturas siguen mostrando su faz más cruel y despiadada, hendida a veces por pequeñas dosis de ternura. Nunca he entendido por qué vienen a besarse y a yacer sobre el frío mármol, habiendo sitios más acogedores que éste que agoniza sumido en el frío y la tristeza, pero me agrada más verles que a esos otros que vienen con ritos extraños, alzan voces desgarradoras e invocan al mismísimo diablo, para asombro de quienes guardamos el lugar. Otros acuden con garrotes y piedras, y quiebran las losas y derriban las cruces, con absoluto desprecio hacia el patrimonio que ha guardado este bosque tan largo tiempo.

"Los más extraños, sin embargo, llegan con mágicos artilugios, desafiando el misterio de las tinieblas, y permanecen aquí noches enteras como si pudiesen mirarme, sentados, sin apartar su vista de las losas. Sé que alguno me ha visto. Una noche noté un destello encarnado bañar como la sangre mi piel. Eran ellos, lo sé.

"No sé cuán larga condena me mantendrá atada a este paraje. Intuyo que tú ya no estarás aquí, pero yo sí, esperando."

(El 10 de agosto de 1991, varios investigadores de la Ghost Research Society acudieron al cementerio de Batchelors Grove, en Illinois, Estados Unidos. Uno de ellos, Jude Huff-Felz, tomó mediante infrarrojos la foto que encabeza estas líneas, en la que se ve el fantasma de una mujer con el rostro borroso y ataviada con un vestido semitransparente cuya época no se ha podido precisar.)

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Comentarios:

  1. Javier

    AUSENCIA

    Desde mi soledad camino, ausente,
    rodeada de recuerdos, entre rosas
    alegres y preciosas, y otras cosas
    que por antiguas la razón más siente.

    Mientras en mi rincón lo más corriente
    es ver como me miran, silenciosas,
    las muñecas mimosas y graciosas,
    en la calle la gente se divierte.

    Pero yo desde allí no me arrepiento,
    aunque a menudo llore, de mi suerte,
    soy feliz y me basta, con el tiempo,

    cuando me encuentre cerca de la muerte,
    a mi rincón de soledad, presiento,
    me iré sin molestar, tranquilamente.

    Un abrazo y… no hace falta morirse para adoptar postura parecida. No hay nada peor que la soledad de las alcobas.

  2. Muy bonito el poema, Javier. 😉

  3. Bonito relato, la verdad… Muy bonito. Me ha gustado mucho.

  4. Gracias, Maya. 😉 Un simple apunte sobre el texto: lo que ahí puse (guerra con los ingleses, ceremonias satánicas, parejas que se van al cementerio a hacer «sus cosas», etc.) está documentado.

    El cementerio fue creado en la primera mitad del siglo XIX, poco después de acabar la segunda guerra de Estados Unidos contra Gran Bretaña. En Batchelors Grove se asentaron colonos procedentes de Nueva York, en su mayoría gente originaria de Inglaterra, Escocia e Irlanda (de ahí la alusión a la isla). Durante las décadas de 1960 y 1970, empezaron a registrarse actos vandálicos y ceremonias satánicas, y el cementerio era usado por algunas parejas con un elevado sentido del morbo.

    Es, quizás, el cementerio estadounidense más célebre en lo que a fantasmas se refiere.

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