El Cano Aniva, situado en la isla de Sajalín, posee uno de los faros más remotos e inaccesibles del mundo, que estuvo alimentado por energía nuclear.
En 1937, la isla de Sajalín era parte del Imperio Japonés. Ese año se empezó la construcción de un faro que alertase al tráfico marítimo de los riesgos del Cabo Aniva. El faro, denominado Nakashiretoko y con una torre de 9 pisos y 31 metros de altura, se terminó de construir en 1939.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, la URSS anexionó la isla de Sajalín. En esta época, el de Cabo Aniva fue uno de los 132 faros soviéticos que estuvieron alimentados por baterías atómicas, alimentadas por Estroncio-90 y que permitían funcionar a estos faros durante 10 años sin necesidad de una recarga.
Durante la época soviética, el faro estaba habitado. En él podían residir hasta 12 personas ocupando los pisos tercero, cuarto y quinto. La luz del faro era visible a una distancia de 35 kilómetros.
En 1990, en plena descomposición de la URSS, el faro de Cabo Aniva fue automatizado y se retiró al personal que residía en la torre. Estuvo funcionando con sus baterías atómicas hasta 2006, y después fue abandonado. Hoy es un edificio ruinoso que, a pesar de los peligros que encierra y de su remota localización, atrae a no pocos turistas. Podéis ver aquí un vídeo de Nikita Andreev, grabado con un dron, mostrando el exterior de este impresionante faro:
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Imagen principal: Nikita Andreev.
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Comentarios:
wladimir
interesante….
2:17 | 22/07/22
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